Viernes, 19 de Abril 2024

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Leto, un verano de amor y rock

Por: Gerardo Salcedo Romero

Leto, un verano de amor y rock

Leto, un verano de amor y rock

Desde los primeros momentos de la revolución bolchevique, la música “occidental” fue escuchada con recelo, cuando algún músico soviético integraba su gusto a su oficio el resultado podía ser una catástrofe personal, ya que el músico engrosaba la lista de los “enemigos del pueblo” y terminaba en algún lejano gulag. En los 20, la música occidental “decadente” eran el jazz y el blues.

En los 50 cuando emerge el rock and roll y sobre todo en los 60 cuando una pléyade de británicos y norteamericanos fusionan rock, moda y contracultura, las autoridades de los países comunistas ven con creciente preocupación que sus jóvenes, empiezan a “contaminarse” de algo que veían y entendían como una aberración estética, provocada por el consumo de estupefacientes y la lujuria erótica; curiosamente ya toleran al jazz (por las posibilidades de denunciar al racismo), pero prohíben a los Beatles, Led Zeppelín, los Rolling…

La persecución al rock en la Unión Soviética es una persecución que abarca las décadas de 1960 y 1970; cuando Brezhnev, el hombre poderoso del régimen, fallece y lo sucede Mijail Gorbachov varios de los torniquetes que controlan a la sociedad se aflojan, los jóvenes de Leningrado (San Petersburgo hoy) aprovechan la oportunidad y emerge una decena de bandas, cuyo sonido los aproxima al glam de David Bowie/ Lou Reed o al new wave de Blondie. Dos de los músicos pioneros son: Viktor Tsoi (fallece en un accidente en 1990) y Mayk Naumenko (muere en circunstancias extrañas en 1991). El cineasta Kirill Serebrennikov (“El discípulo”, 2016) recupera la historia del verano en el que se forja la semilla en la que los grupos de rock germinan.

El cineasta divide en tres su relato, el que más desarrolla es la historia del romántico triángulo amoroso entre Mayk, su compañera Natacha y Viktor, el segundo es una irónica puesta en escena sobre lo que musicalmente pasó, donde un narrador entrega un conflictivo recuerdo de un concierto o una canción y lo que realmente ocurrió, el tercero es el rescate de las canciones que se vivieron en ese verano, en ese club juvenil.

En el México del post 68 el rock también fue prohibido, después de la debacle de Avándaro (1971) se volvió tabú; curiosamente tanto en la Unión Soviética como en nuestro país su sonido fue el lejano augurio de un cambio. “Leto, un verano de amor y rock” exhibe en la Cineteca FICG a partir del jueves 25 de julio.

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