Jueves, 28 de Marzo 2024

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Las vocaciones de la ciudad: espacios por revivir

Por: Juan Palomar

Las vocaciones de la ciudad: espacios por revivir

Las vocaciones de la ciudad: espacios por revivir

El complejo organismo que es la ciudad está constituido por incontables células urbanas. A su vez, éstas conforman los tejidos vecinales que dan lugar a los barrios, a los distritos citadinos, a la propia ciudad en su conjunto.

El paso del tiempo y el cambio de circunstancias particulares van determinando diversos destinos para cada espacio. De allí la necesidad de renovar o consolidar los usos, de encontrar las mejores vocaciones para cada predio, cada finca, cada espacio concreto. Si se considera que aproximadamente cada 30 años se produce un relevo generacional en cuanto a las voluntades que disponen del patrimonio edificado, se concluye la complejidad de los múltiples procesos que desembocan en el presente.

Es en esos procesos en los que existe la necesidad de contar con una indispensable lucidez: ¿cuál es el mejor fin para una propiedad urbana? Es obvia la consideración de que resulta esencial obtener un razonable provecho económico. Sin embargo, es también necesario comprender las posibilidades de ese bien para que constituya una pieza rentable y útil, positiva para su contexto particular, generadora de consecuencias favorables para el ámbito de su emplazamiento.

El rápido crecimiento de la ciudad y la diversificación de actividades y giros -muchas veces de manera desordenada- ha sido una dinámica que ha afectado profundamente la calidad de vida de muchos ámbitos. Esto, a su vez, ha incidido sobre el destino de múltiples fincas. Gradualmente, los ordenamientos públicos han tratado de ir adaptándose a las nuevas circunstancias: es una tarea de gran complejidad que no siempre ha ido a la par de las rápidas y cambiantes circunstancias.

Existe un concepto central: la vocación de cada contexto urbano. Lo apropiado que resulta, para una adecuada habitabilidad, el carácter general de una demarcación determinada. La población, cada vez con mayor certeza, va tomando conciencia de ello. Junto con lo anterior, es un requerimiento para las autoridades contar con una adecuada lectura del conjunto urbano, de la naturaleza de sus componentes. Con estos dos elementos, y de cara a una no tan lejana consolidación de la ciudad en cuanto a población y extensión, cada entorno deberá ir asumiendo su vocación y su carácter de manera razonablemente estable y claramente consignada en ordenamientos que puedan adaptarse dentro de la mencionada orientación.

Desde un pequeño local comercial, una finca completa, el contexto de unas cuantas manzanas o el barrio entero: existe un código genético, formal y funcional que permitirá, por ejemplo, la repoblación de numerosos entornos, el destino de pequeños talleres o negocios efectivamente compatibles, los usos y destinos en general, que devuelvan la calidad de vida, la variedad y proximidad de la ciudad deseable.

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