Viernes, 29 de Marzo 2024
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¿La última edición?

Por: Sergio Oliveira

¿La última edición?

¿La última edición?

En 1998 pisé la ciudad de Detroit por primera vez. Visitar su salón del automóvil era un sueño que alimentaba desde niño, leyendo las páginas de la revista brasileña Quatro Rodas. Tan excitado como estaba para ver a los autos del futuro, no solo los que conduciríamos mañana sino los conceptos que nadie que no visitara un salón de esa envergadura podría ver, como contaba los días para por primera vez en mi vida ver la nieve, como podría estar alguien que vivió en Acapulco toda su vida y no conoce la nieve más que por fotos y películas. Pero al igual que en este 2019, no hubo nieve ese año. Me gusta pensar que esto se dio por el calor de las presentaciones de decenas de vehículos nuevos, entre ellos el New Beetle, que dejaba de ser el exitoso Concept One, presentado cuatro años antes, para inaugurar la era de los vehículos de inspiración en el pasado, los famosos “retro”. Aún me acuerdo del título de la nota de cobertura que puse: “Un escarabajo en la tierra del Tio Sam”.

General Motors, mi anfitriona en aquél momento, nos hospedó en el hotel ubicado en el complejo de edificios que abriga sus oficinas. En la noche había una gran fiesta y como nadie -o muy pocos- tenían teléfonos celulares, mucho menos uno con cámara, la empresa dispuso varias canasta en los pasillos de la fiesta que contenían cámaras Kodak desechables para quienes las quisieran tomar. Así, de montones, como si fueran dulces poco costosos en fiesta de cumpleaños. Así de opulentos eran esos eventos.

La nieve que no me tocó ver en 1998 se acumuló en 1999 y me pagó las ganas de verla con intereses y corrección monetaria. Durante el día cayeron nada menos que 75 centímetros de nieve en Detroit y mi vuelo, por suerte, fue el último en tener permiso de aterrizar. Detrás de ese todos los demás fueron desviados y el que traía la mayoría de los periodistas mexicanos que cubrirían el evento fue a dormir a Memphis. Esa noche era la fiesta de inauguración de la que entonces fue bautizada como una “unión entre iguales”, pero en realidad era la compra de Chrysler por parte de Daimler, inaugurando DaimlerChrysler, una empresa que duró nueve años y terminó con más pena que gloria, además de un prejuicio inmenso para los cofres de los alemanes. En la noche la marca había invitado a 400 personas para una gran celebración pero solo llegamos 14. Había más meseros que invitados. La fiesta tuvo que volver a hacerse la noche siguiente, donde los demás llegaron, incluyendo a los mexicanos, comandados por el entrañable Polo Silva, Director de Relaciones Públicas de DaimlerChrysler, QEPD. Ahí presenciamos el lanzamiento del Dodge Neon modelo 2000, que buscaría competir directamente contra los que dominaban el segmento de los compactos: los japoneses Civic y Corolla. Por supuesto, jamás lo logró.

Éxitos, fracasos y expectativas no cumplidas

El salón comenzaba el lunes a las 7 de la mañana. A cada quince minutos había una conferencia de prensa de marcas distintas mostrando sus lanzamientos. Ninguna marca podía darse al lujo de ausentarse del más importante evento de autos de todas las Américas. El martes se daba lo mismo, solo que no acababa a las 6 de la tarde como el día anterior, sino alrededor de las 3 pm, cuando todos, exhaustos de caminar y cargar los pesados “kits” de prensa impresos (no existían las memorias USB), nos disponíamos a llegar a los pasillos externos para seleccionar el material que nos servía del que no y enviarlos a través de los servicios de paquetería instalados ahí mismo, para recibir el material varios días después en nuestras redacciones.

Durante 21 años vi pasar coches que se volvieron éxitos y hasta íconos como el PT Cruiser, presentado por Bob Eaton, entonces CEO de Chrysler, quien fumando un puro mostró autos a escala del producto y con el humo de su cigarro emuló el que se solía usar para darle dramatismo a la presentación de algún nuevo auto. Vi a un locutor pedir a la audiencia que no pasara por los pasillos donde circularía el nuevo concepto de Chrysler, el Intrepid, amenazando a todos con un asustador: “El que se pase estará condenado a vivir un año con un Aztek”, en referencia al que muchos hasta hoy consideran el más feo lanzamiento de Detroit en la historia.

Vi llegar y desaparecer el hermoso Hot Rod Prowler. Vi nacer y morir el Pontiac Solstice. Soñé en vano con que fueran fabricados un día los Cadillac Cien y Sixteen. Presencié todas las nuevas generaciones del Ford Mustang desde entonces y pude asistir al renacimiento del Camaro y del Challenger.

Un día, en el Firehouse, un bar que estaba ubicado justo frente al centro de convenciones Cobo Center, tomé una cerveza servida a mi vaso directamente por nadie menos que Dieter Zetche, quien hasta 31 de diciembre pasado fue el CEO de Daimler-Benz.

Sí, hace 21 años vi en una Detroit sin nieve pero abarrotada de coches y lanzamientos, nacer el VW Beetle. Hoy, nuevamente sin nieve, vi la última edición del mismo auto exhibida sin que nadie le pusiera la menor atención, justo como le está pasando al salón de Detroit, que el año entrante, se supone, se realizará en junio, aunque después de lo deprimente que fue ver su antes más que cotizado piso de exhibición sin marcas como Mercedes-Benz; BMW; Porsche; Audi; Bentley; Rolls Royce; Ferrari y Lamborghini, vamos, ni siquiera la estadounidense Tesla, me temo que el salón de la una vez llamada “Capital del Automóvil”, pudo haber celebrado también su “última edición”.

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