Jueves, 28 de Marzo 2024

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La esperanza pone en crisis a los cuerpos

Por: Iván González Vega

La esperanza pone en crisis a los cuerpos

La esperanza pone en crisis a los cuerpos

“¿Qué está haciendo?”. Con grupos como A la Deriva Teatro hay que preguntarse esa clase de cosas, y ves al público poniendo cara de extrañeza porque la actriz, que platica que va a cocinar un mole, en realidad está parada sobre una silla con un pie en el aire, o acostada sobre una tabla equilibrada sobre andamios de madera, o tirando al piso un montón de ollas de peltre para que hagan ruido. ¿Qué está haciendo? ¿A poco así se cocina un mole? Las actrices que discuten en escena van a cocinar porque hoy por fin llega el hombre al que una de ellas espera hace años, que se fue para el Norte, pero ¿qué tal si no llega? Y entonces ese “qué está haciendo” de repente parece normal, nadie tiene que explicarnos el contraste entre las palabras tan cotidianas y los gestos tan absurdos. Hasta pensamos que quizá también nosotros nos sentiríamos así: ante el temor de que aquello que esperamos otra vez nomás no llegue, vivimos el vértigo de quien tiene que equilibrarse sobre una silla que de seguro se va a caer.

Para que una cosa así tenga sentido, se necesitan muchos esfuerzos que la pongan en orden. Esto ocurre, por ejemplo, en “La esperanza es una llaga negra en el corazón”, la obra que el mencionado grupo A la Deriva Teatro estrenó en Lagos de Moreno y ahora presenta en breve temporada en Guadalajara, en el Foro Periplo a la vuelta del Templo Expiatorio; sus dos últimas funciones son este sábado 27 a las 20:00 horas y el domingo 28 a las 19:00 horas.

“La esperanza…” es un trabajo que destaca. Primero por la trabajada simpleza del texto original, escrito por el dramaturgo local Teófilo Guerrero, que deja caer el diálogo en una secuencia lineal y directa, sin flashbacks ni trucos que rompan el orden: dos personas que platican, nada más. Otra razón es el esfuerzo plástico, el diseño de sus imágenes y la selección de los recursos con que se subraya quiénes son y qué les pasa a estos personajes. Un marco y una rama de árbol colgados, vestuario de danza folclórica, canciones viejas. Nada más.

El aporte más importante es el trabajo de las actrices Edith Castillo y Viridiana “Piña” Gómez, dos jóvenes actrices que a una solvencia técnica muy evidente agregan experiencia y una química muy afortunada. Su trabajo va más allá de la caracterización y explora los muchos experimentos corporales que la obra propone; sin subrayar el costumbrismo obvio (“pero, ¿no deberían hablar como dos mujeres del sur de Jalisco?”), exploran una veta realista conmovedora y muy eficaz. El sábado pasado además recuperaron sin problema evidente una función interrumpida por la lluvia.

Por ellas y el montaje, uno sale de función pensando en cómo se siente tener esperanzas, cómo somos un poquito como esas dos mujeres que quién sabe qué destino tendrán mañana. Claro que de repente uno se pregunta: “Bueno, ¿y por qué hacen eso?”. Pero dele una oportunidad a este teatro, y obtendrá respuestas.

Ah: porfa, apague el celular.

ivangonzalezvega@gmail.com

agoragdl.com.mx 
 

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