La actitud de Angela Merkel puesta de pie, con las manos puestas sobre un mesa y mirando fijamente a Donald Trump, quien aparece sentado con los brazos cruzados, ante la mirada del primer ministro de Japón, quien a su vez cruza los brazos, no pude ser más descriptiva del momento de desacuerdo que viven las naciones agrupadas en el G7. La amenaza fue explicita: O bajan los aranceles a los productos estadounidenses o no habrá comercio.La cerrazón y la actitud insolente se han vuelto una costumbre en la dinámica política de la Casa Blanca. No hay precedentes en el pasado reciente de una actitud similar de Estados Unidos con sus aliados, y eso marca también el tono para México. Es muy difícil adelantar cuál será el siguiente capítulo de esta historia de disrupción política, pero lo que sí es claro es que las reglas con las que se movían las potencias occidentales están cambiando, y que nuestro país debe tomar una posición del lado del multilateralismo y el libre comercio. Aunque muchas de las manifestaciones de violencia verbal de Trump pueden ser maniobras para negociar, lo cierto es que Europa y Japón no pueden mantenerse indiferentes ante las agresiones.No es remoto pensar que la suerte de nuestra sociedad comercial con Estados Unidos esté vinculada a los pasos que se den en las próximas semanas en las relaciones de Europa, Japón y China con Estados Unidos. Los mejores aliados de México ahora son los intereses corporativos estadounidenses instalados aquí, y las naciones de Europa junto con Canadá y Japón. De la habilidad para mantener una posición de apertura y compromiso con estos intereses depende en mucho el futuro del comercio exterior. Este hecho debe hacer reflexionar al actual Gobierno y al que resulte electo respecto a las medidas que deben tomarse para fortalecer nuestro mercado y reaccionar de forma asertiva a las agresiones.La posibilidad de que Trump pierda poder en las elecciones intermedias es real, pero el costo que se puede pagar, de aquí a que los resultados se reflejen en el Congreso, puede ser mucho. Por eso vale la pena repasar la imagen difundida de la reunión del G7 y reaccionar al lado de los intereses que mejor responden a los nuestros. La inestabilidad financiera parece ser alimentada por estas luchas y seguramente impactará nuestra economía.La obsesión de la administración norteamericana con los déficit comerciales se ha consolidado en el centro de la agenda de la política internacional y por lo que se ve se convertirá en un eje de su discurso electoral para el proceso de noviembre. Ha dicho Ildefonso Guajardo que muchas cosas impropias se han escuchado en la Casa Blanca, y seguro habrá muchas más en los próximos meses.Se aproxima una tormenta que habrá que lidiar con la actitud de Angela Merkel de píe y mirando fijamente a Trump para establecer las líneas rojas que no deben cruzarse. Esa es la principal lección de la reunión del G7, las líneas rojas del pasado han sido borradas y habrá que establecer otras.Trump prefiere negociar por separado pero la auténtica fuerza está en la suma de las naciones que no están de acuerdo con el aislacionismo. Duros momentos para la negociación esperan a México en los meses siguientes.Horas de tormenta.
