Jueves, 25 de Abril 2024

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Hombres de nuestro tiempo

Por: Dolores Tapia

Hombres de nuestro tiempo

Hombres de nuestro tiempo

En el 2015 la terrible fotografía de Alan Kurdi: un niño sirio hallado muerto en una playa turca dio la vuelta al mundo y nos dejó helados a todos.

“Ese niño es el mundo entero” escuché decir. Autoridades, líderes, ONGs, periodistas, comisiones, todo mundo se movilizó, incluso en México se orquestaron grupos de apoyo que recolectaron víveres, medicinas, cobertores y juguetes para los niños sirios. No voy a ir más lejos.

Aplaudimos cómo en la televisión española se transmitía que grupos de refugiados eran recibidos como amor y empatía en Alemania. Gracias ¡Angela Merkel! Todos celebramos.

¿Y luego? ¿Qué nos pasó? ¿No queríamos adoptar niños sirios? ¿Sí nos gustan los niños sirios -que viven un infierno- y los centroamericanos -que viven otro- no? ¿O cómo? Ya no entendí. ¿Sí te ves a ti mismo mexicano?

¿Cómo reclamamos y nos indignamos -y el mundo también, de hecho más que Peña Nieto- cuando supimos que la política Tolerancia 0 de Trump tenía a niños mexicanos de hasta tres años en albergues, separados de sus padres? Ahí sí debemos encender las antorchas, pero ¿y los niños hondureños? ¿salvadoreños? ¿guatemaltecos? ¿esos qué? ¿es verdad que eso somos los mexicanos? Es pregunta, no es sarcasmo. Hoy, según la ONU hay aproximadamente siete mil centroamericanos que están queriendo cruzar nuestro país para dirigirse a Estados Unidos en busca de una vida mejor. Es un éxodo. Nadie se va de su casa porque quiere. Y basta leer la prensa de todos los días -en cualquier parte del mundo-, aquí en nuestra tierra aún tenemos la memoria -obligación moral de resguardarla- del caso terrorífico de los 72 migrantes acribillados en Tamaulipas en el 2010. Basta leer “Los migrantes que no importan” de Oscar Martínez. También “Fila India” de  Antonio Ortuño. Pocos lugares son tan crueles con el migrante centroamericano como nuestro país. Por supuesto que es alarmante que un grupo tan numeroso entre así a cualquier país, por eso precisamente se llama “crisis humanitaria”, por eso se pidió apoyo a la ONU, por eso exactamente, por eso estamos viviendo una época histórica que exige lo mejor de nosotros. Necesitamos grandes líderes, sí, claro.  Pero también necesitamos nosotros ser mejores personas, no reducir este problema a un asunto de otros o de las autoridades de la frontera o de Trump.

La sociedad civil organizada, comunicada, sensata y participativa puede hacer aflorar lo mejor de una comunidad, ahí estuvieron los mexicanos solidarios en el sismo del año pasado, hicieron historia. ¿Dónde estamos ahora? Las redes sociales son una gran herramienta pero también, suelen hacer mucho ruido sin reflexión.

Esta caravana que hoy cruza nuestro país, fue generada por ellos mismos para no transitar solos. Saben que los caminos solitarios en México son tierra de malandros.

Cito a Eduardo Galeano (q.e.p.d.) quien llamó a los migrantes “náufragos de la globalización” quienes “peregrinan inventando caminos, queriendo casa, golpeando puertas: las puertas que se abren, mágicamente, al paso del dinero, se cierran en sus narices. Algunos consiguen colarse. Otros son cadáveres que la mar entrega a las orillas prohibidas, o cuerpos sin nombre que yacen bajo la tierra en el otro mundo a donde querían llegar”. 

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