Nadie ha hecho como él la mejor arquitectura del Pacífico mexicano. Nadie tiene un mérito mayor al preservar ejemplarmente Careyes, la zona más preciosa de la Costa Jalisco (y no “Costalegre”, por favor: las costas no son ni alegres ni tristes; son las costas, como dice Enrique Aldrete).La trayectoria de Gianfranco Brignone (GB) es deslumbrante. Llegó a la Costa Jalisco hace más de cincuenta años, en donde adquirió una extensa cantidad de tierra y donde los ordenamientos ecológicos introducidos por él mismo son severos y ejemplares.Ha trabajado con los arquitectos Marco Aldaco QEPD, Diego Villaseñor y muchos otros, a quienes GB instruyó con toda claridad y firmeza cómo plantear sus arquitecturas, todo esto con un éxito clamoroso. El perfil de Careyes es de refinamiento y exclusividad bien entendida. Nomás así puede ser planteado -gracias a la extensión de cada predio y la bajísima densidad- un desarrollo sin destrucción. No convirtió Careyes en un vulgar desarrollo para ganar el último peso, como en, por ejemplo, Manzanillo y Santiago y Cancún y la Costa Brava española y un muy largo etcétera.GB es un aristócrata, también en el mejor sentido del concepto. Aunque príncipes y magnates de nivel mundial son asiduos a Careyes, es posible también, poniendo cuidado, ser alojado a precios razonables en ciertas posadas y pequeños hoteles. Aristócrata por su abolengo y su sencillez humana, pero sobre todo por la manera como ha llevado su vida, dado trabajo a miles de habitantes costeros, como ha protegido la ecología general en sus dominios.GB es un arquitecto, y de los mejores que hay. Autodidacta, llegó a ejercer la arquitectura como nadie. Nadie puede presumir de haber levantado casas y plazas, alucinante land art, como él. Miojo, por ejemplo, su primera casa desarrollada junto con Marco Aldaco, es una obra maestra absoluta. Pero más lo es todavía Tigre del Mar, al parecer su actual residencia, donde toda una fuerte poética es desplegada con eficaz estilo.La Academia Nacional de Arquitectura le debe a GB un homenaje: y qué mejor que nombrar, en ceremonia pública, a Gianfranco Brignone como miembro de la Academia. Y de allí, propuesto por la Academia Nacional y local, darle el Premio Jalisco a alguien que además de sus merecimientos está en la novena década de edad.jpalomar@informador.com.mx
