El relato simplista del capo y sus sicarios que intentan cruzar droga a Estados Unidos ya es insuficiente para explicar esta violencia desgarradora en México. Sin embargo, en la literatura académica he encontrado dos ideas recurrentes. Carecemos de los conceptos para nombrar esta violencia sin precedentes y su origen es multifactorial, pero ligado a nuestro sistema económico neoliberal.Sobre el tema encontré algunas ideas iluminadoras en el ensayo “Fuerza de trabajo excedente y destrucción corporal: una nueva morfología de la violencia en México” de Antonio Fuentes Díaz, doctor en Sociología y especializado en Violencia Colectiva y Necropolítica. Veamos.De entrada, creer que la violencia surgió con la guerra contra el narco de Felipe Calderón es un error. Esto comenzó a gestarse desde los años 80 con la instauración del modelo económico neoliberal. La política de libre mercado incluyó tratados comerciales como el TLC, la eliminación de aranceles, el retiro de subsidios y los precios de garantía, todo en un ambiente para favorecer “la economía”.De esta manera, la violencia sería producto de un modelo económico y de un régimen en donde prevalece la acumulación predatoria de capital y el lucro incesante. O en otras palabras: hacer dinero a cualquier costa y por cualquier vía. A diferencia de otros momentos de nuestra historia, la violencia del narco no persigue objetivos políticos –como los guerrilleros de los setenta, el EZLN o cualquier otro actor que enfrentó al Estado en el pasado– sino económicos.El evangelio del crimen organizado es uno: la rentabilidad económica al máximo y la dominación extractivista en un contexto de desigualdad y exclusión social. En esta economía de la muerte, el cuerpo se convierte en la moneda de cambio: la oquedad de una fosa clandestina es el nuevo “sistema bancario” que conserva el equilibrio del negocio y su rentabilidad.Todo este sistema ilegal se integra y se diluye, con fronteras porosas, en la economía formal. Ambos se necesitan, se alimentan y conforman un entramado que persigue lo mismo: el beneficio económico.Me explico: la violencia atroz contra los cuerpos para conservar o aumentar las ganancias de la mafia equivale al salvaje enriquecimiento “legal” –pero inmoral– de unos pocos bajo el actual modelo económico. Por ejemplo, a través de la especulación financiera e inmobiliaria, el lavado de dinero que se diluye en el sistema financiero global y la economía digital que ha precarizado la fuerza laboral de muchos sectores.El narcotráfico, suele decirse, sería la empresa neoliberal perfecta.De esta manera, la violencia surge de una pluralidad de actores, privados y públicos, legales e ilegales, locales y globales, unidos por una sola causa: la “racionalidad del lucro”.Como lo escribe Fuentes Díaz: “El uso del sufrimiento como espectáculo y la violencia como actividad remunerada, todos ellos están anclados en los estragos del desgarramiento neoliberal: desempleo, precarización y aumento de la desigualdad”. jonathan.lomelí@informador.com.mxJonathan Lomelí