Ningún otro utensilio simboliza tan bien la agonía de los últimos dos años de nuestras vidas: el cubrebocas. Se convirtió en una prenda infaltable, casi íntima, incluso decorativa y hasta rasgo de nuestra personalidad (llegué a verlos decorados con lentejuela y bordadito wirrárika).Hay quien usa el cubrebocas descuidadamente. Otros se lo ponen resignadamente. Y en la vía pública y en el transporte, la mayoría lo usa democráticamente. Los más rebeldes se lo ponen obligadamente. Los médicos y enfermeras lo adoptan invariablemente, mientras los niños y niñas en las escuelas lo traen milagrosamente. Alfaro lo usa políticamente y AMLO ignoradamente. En resumen, todos nos ajustamos el cubrebocas, a veces responsablemente, otras no tanto, pero en todo caso diariamente.Pues a partir de hoy, en el Estado de Nueva York, el uso del cubrebocas será opcional luego de que la gobernadora Kathy Hochul eliminó esta medida sanitaria. Sólo se mantendrá obligatorio para los niños y niñas en los colegios hasta el 21 de febrero. También se eliminó la presentación de certificados de vacunación.La decisión está en sintonía con la relajación de medidas en otros Estados demócratas como California y Nueva Jersey que suspendieron el uso de mascarillas en escuelas. También se enmarca en una tendencia global que comenzó en Europa ante la disminución de casos de la variante Ómicron.Este mes Inglaterra retiró la obligación de usar mascarilla, pero además puso fin a muchas otras restricciones como la exigencia de pases de vacunación y el trabajo en casa. Se suma España en donde el cubrebocas dejará de ser obligatorio al aire libre, pero necesario en eventos multitudinarios además de que se mantiene la restricción de la sana distancia.En una revisión a las medidas similares adoptadas en países como Francia, Irlanda, Holanda, Noruega, Dinamarca y otros más, hallé una constante: justamente que no hay una constante.Me explico. Si bien hay una tendencia a la baja con respecto a los casos de COVID-19 en estos países luego de altísimos picos de contagios, cada uno experimenta con distintos niveles de permisibilidad, pero la tendencia es hacia la ansiada normalidad.Las razones que esgrimen son altas tasas de vacunación (arriba del 80%; México ronda el 65%), la disminución de casos de la variante Ómicron que es menos letal, y sobre todo sistemas de salud fuertes. La premisa detrás de la relajación de medidas sanitarias plantea que el COVID-19 entrará a su fase endémica, es decir, que será habitual como la influenza.Hasta ahora, México ha ido un paso atrás de la tendencia de contagios en Europa. Al igual que otras regiones, empezamos a registrar una desaceleración de casos que podría llegar a su punto más bajo a final de mes. La OMS ha alertado del riesgo de un exceso de confianza al relajar las restricciones. Sin embargo, por fin asoma la posibilidad de un aparente final del cubrebocas. Es decir, esperanzadoramente.