Bueno pues entre tanta nota literaria yo quiero poner el acento en el teatro local, en el teatro de verdad, ése que tiene peso y solidez. Ese teatro de dramaturgias netas, actores de costura y directores serios que -con la pena de a quien ofenda- hacen tanta falta a esta contemporaneidad “creativa”. Y con esto no quiero decir que no existan directores serios ni buenos actores ni potentes historias en Guadalajara, quiero decir que para mí gusto (y corresponsabilidad mediática) se ha puesto tanto acento en la disrupción y en otras formas alejadas de lo convencional, que parece -por momentos- que se pierde no el camino, más bien… la luz con que se mira.El 1 de diciembre se reabre, reinaugura, recupera o se retoma -como cada quien lo quiera entender- el espacio teatral El Venero. Un proyecto que abrió sus puertas en la ciudad un 25 de noviembre hace exactamente, 26 años. Y dicho sea de paso y es importante recordar, así como teatro independiente se armó sus festivales latinoamericanos y era, finalmente, una referencia a nivel nacional. Hoy -que ya uno sabe lo que cuestan los años de trabajo; la trayectoria, la gestión y la continuidad- resulta admirable que el proyecto se retome en otra época y en otro contexto.Yo llegué al Venero en su etapa última y es menester decir que Olga Valencia y Javier Serrano, (bucaneros, guerreros, directores y recuerdos de su mismo proyecto) fueron a mi carrera artística un faro de camino, uno referencial. Ellos fueron creadores en activo muchos años y después, eligieron la docencia como vínculo con nuevas generaciones y es en este contexto dentro del cual deciden, reabrir su espacio en un momento teatrero medular. En un momento histórico local dentro del cual el teatro se expandió, se posmodernizó, se hizo circo, se hizo cuerpo, se hizo objeto, agua, cauce, sonoridad, sororidad (y ojo, a nivel personal soy partidaria de lo creativo auto-referencial y los espacios alternos, entre otras linduras) que surja del pasado la solidez de una voz con profunda mística teatral, me transtorna y, me ilusiona. Creo que Javier y Olga (quienes han hecho mancuerna con teatristas jóvenes, es decir no andan solos con su generación a cuestas) le vendrán muy bien al panorama de creadores y a la parrilla de espacios de Guadalajara.El Venero es en su arista teatral (porque tiene galería también) un pequeño espacio a la italiana para 100 personas, con un equipo impecable de iluminación diseñado por el mismo Javier Serrano. Es un nuevo sueño, sí y desde la próxima semana, toda la ciudad se puede subir a él. Está en la calle de Reforma 508-A.