Martes, 23 de Abril 2024

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“El Ritual”

Por: Víctor Flores Cosío

“El Ritual”

“El Ritual”

Era sábado, era día del Atlas.

Era otra Guadalajara, aquella conocida como la ciudad amable, la Ciudad de las Rosas, la de mejor clima de México. Hoy ni clima, ni rosas y mucho menos amable, el costo de ser hoy una ciudad cosmopolita y adaptada a costumbres ajenas a las nuestras, la convirtieron en una ciudad pretenciosa, peligrosa y nada amable.

Pero era sábado, era día de ir al estadio y como todos los sábados mi día empezaba acompañando a mi mamá al mercado, en mi caso al de la Capilla de Jesús, barrio del cual soy originario, muy cerca del Centro de la ciudad.

Ahí mi día empezaba con unos chilaquiles tradicionales, los de toda la vida, acompañado de un birote salado de el “Puerto de Tampico”, no los inventos de hoy de espumas moleculares  con sabor a chilaquil.

De ahí a la casa de mis primos en la calle Barcelona de la Colonia Santa Elena Alcalde, barrio muy futbolero del cual surgieron varias figuras que alimentaron las Fuerzas Básicas de los equipos tapatíos.

Mientras llegaba la hora de salida, había que jugar y en eso éramos unos “cracks”, entre tanto, juegos como: el chinchilegua, los quemados, la choyita y el shangay, eran suficientes para pasar unas horas, así como una chilena o una media bolea sobre el pavimento, si por algo salía la niña que nos gustaba.

Era ya hora de salir, la cita 8:45 p.m. nuestro horario de toda una vida, a veces en carro, a veces a pie y éramos ya muchos los que cual peregrinación nos dirigíamos por Monte Casino con destino al Coloso de la Calzada Independencia.

El partido de esa noche sería contra Cruz Azul, una verdadera máquina de jugar futbol con todas sus figuras entre ellas Quintano, Bustos, “El Kalimán”, Cornero, López Salgado  y el mejor de todos Miguel Marín, ¡ufff! qué arquero de tanta calidad y personalidad, verlo valdría el boleto.

Ya acercándonos al estadio comenzaba a emanar ese ambiente, que sólo en el Jalisco se vive con todo su carnaval que alrededor del mismo se genera.

Unas cuadras antes, ese halo de luz que a la distancia se percibe, sobre la estructura del Estadio Jalisco avistaba que ya casi llegábamos, pero además, todos esos ruidos que en su interior se generaban, hacia latir ya fuerte el corazón de los que en ruta ya estábamos, y todavía había que guardar energía ya que faltaba subir no sé cuántas escaleras que nos llevarían a nuestro “Palco de la Zona B”.

Ahí ya sentados, ver salir al Atlas con su hermoso uniforme rojinegro, con su escudo al centro y en esa época unas medias grises, que por muchos años usaron, me parecían como ver a unos caballeros de la Edad Media listos para la batalla de esa noche.

Ganarle al Cruz Azul en ese entonces, era una tarea muy complicada, mas lo nuestro era ver buen futbol y eso con Atlas en la cancha estaba garantizado.

Esa noche empatamos, ese resultado nos daría material para tener una buena semana para la discusión y diversión, para la hora del recreo durante toda la semana.

Pero haber visto a “Supermán” Marín era otra cosa.

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