El daño está hecho. A la falta de capacidad técnica e irresponsabilidad mostrada durante el sexenio pasado en el manejo del Siapa, hay que sumar ahora la corrupción. El escándalo Eli Castro, la conductora de televisión y enganchadora de clientes para la empresa fraudulenta AJP que cobraba 73 mil pesos como asesora técnica, mató de tajo el intento del Gobierno de Pablo Lemus de regresar la credibilidad al organismo operador del agua.Ignoro si el director, Antonio Juárez Trueba, estaba de acuerdo o siquiera enterado de la situación anómala en la nómina de sus asesores. Cualquiera de los dos escenarios lo deja muy mal parado. Ignoro si el gobernador Lemus estaba enterado o si él mismo ordenó meter a la nómina a la señora Castro. De igual manera, en cualquiera de los dos casos el mensaje es terrible. Si fue un tercero quien tomó la decisión, peor aún, pues habla de un sistema de poder dentro del Gobierno que pasa por encima del gobernador y de los directores.¿Cómo llegó Eli Castro a ese puesto? ¿Cuántos Elis hay en el Siapa, cobrando en áreas para las que no están capacitadas? ¿Cuántos asesores y asesoras hay en el Gobierno de Pablo Lemus que no tienen el perfil? ¿Por qué alguien, quien sea, se siente con derecho de pagar favores políticos o personales con nuestro dinero?El sorprendente silencio del Gobierno (es cierto, el gobernador no estaba, pero el secretario de Gobierno parece estar pintado), del sistema anticorrupción —que, al parecer, también solo cobran por lo que no hacen—, del fiscal anticorrupción y de las cámaras empresariales son pésimas señales. O ya a nadie le importa un escándalo más, una raya más al tigre, o el cinismo se ha instaurado como sistema de Gobierno.De cómo ataje el gobernador Pablo Lemus esta crisis dependerá en gran medida el futuro de su Gobierno. Una buena parte de sus amigos y asesores seguro le va a recomendar que la deje pasar, que no haga nada, con el argumento de que los escándalos mediáticos, como vienen, se van. Y es cierto: no hay escándalo que dure cien días ni sociedad que lo aguante. Pero lo que no regresa es la confianza. Esa solo se pierde una vez, y si alguien tiene dudas, pregúntele a Peña Nieto.La credibilidad hay que pagarla a lo que cueste y traerla de donde esté, reza una de las máximas de la política. El pago no necesariamente es con dinero: eso, en política —dice otra de las máximas—, es lo más barato. Si Lemus quiere mantener la confianza en su Gobierno y en el SIAPA, necesita mandar señales claras. No basta con no renovarle el contrato a Eli Castro, eso es lo obvio y lo mínimo. Alguien tiene que hacerse responsable de la decisión, y nos tienen que demostrar que no hay otros casos similares en el Siapa ni en la administración.