Jueves, 25 de Abril 2024

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De súper delegado a… algo

Por: Ivabelle Arroyo

De súper delegado a… algo

De súper delegado a… algo

No está claro si todos lo entendimos mal, si el Presidente electo no quiso decir eso o si se ajustó en el camino, pero qué saludable que la primera idea sobre los súper delegados, vicegobernadores o virreyes haya quedado atrás.

El propio Carlos Lomelí, al que le tocaba ese papel en Jalisco, parecía haberlo entendido muy mal: hizo amagues de poder muy desafortunados y muy inútiles frente a la Universidad de Guadalajara, ante el gobernador electo Enrique Alfaro y en los medios de comunicación para quien quisiera escucharlo. Parecía que él iba a detener presupuesto federal, revisar cuentas de instancias autónomas y manejar la coordinación de 83 instancias federales en Jalisco, incluyendo las de seguridad.

Naturalmente, eso no iba por buen camino. Debe haber entendido mal y sus declaraciones tuvieron un muy mal recibimiento por parte del próximo gobernador, naturalmente. No era necesaria tanta alharaca, para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo. La distante pero cordial relación entre AMLO y Alfaro no tenía que ponerse en riesgo con un muro Lomelí en medio.

Al final, todos entendieron que el camino no tenía que estar tan empedrado. El Presidente electo aclaró y acotó facultades, Lomelí aceptó un papel menos protagónico y Alfaro hizo un espacio para que el coordinador de programas federales pudiera caminar a su lado y, de vez en cuando y cuando no haya alternativa, salir en la foto.

No hay campanas al vuelo, tampoco es que se hayan vuelto compadres. Este fin de semana caminaron juntos en Puerto Vallarta, sí, pero en el marco de una visita del próximo secretario federal Roman Meyer y un grupo de diputados federales.
En el fondo, el papel de Lomelí sigue estando en el aire. No sólo porque la persona que lo nombró aún no tiene las facultades formales para darle una representación institucional de algún tipo, sino porque la figura misma del representante estatal o coordinador o delegado (ni el nombre está claro), todavía sigue en construcción.

Tres posibilidades están en el aire. La primera, indeseable, es que el Presidente electo vuelva a cambiar de opinión y los delegados sí tengan capacidad de decisión en las muchas instancias federales que operan en los estados. A eso habrán de sumar su capacidad o impericia política, pero tendrían cartas para jugar con ventaja.

La segunda es que la representación funcione sólo para los programas sociales federales, en cuyo caso el papel de Carlos Lomelí no será muy distinto al de Gloria Rojas, la anterior delegada de Sedesol en el Estado.

La tercera es que Lomelí se convierta en el articulador de Morena en el Estado. La principal diferencia que se vislumbra entre los coordinadores estatales anunciados por el Presidente electo y los anteriores delegados de desarrollo social es que los coordinadores provienen de la batalla política de Morena. Todos tuvieron un papel destacado en las elecciones y son capaces de articular territorialmente las decisiones del partido, con las zanahorias y los garrotes del Gobierno federal. Este tercer escenario es aterrador: así funcionan los sistemas autoritarios y así funcionó, parcialmente, nuestra perversa identificación en el pasado entre el Estado y el partido.

Claro, también cabe la posibilidad de que el coordinador se convierta en un elegante edecán.

(ivabelle@gmail.com / @ivabelle_a)

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