Jueves, 25 de Abril 2024

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De Iñárritu, mas no de Bardo

Por: Argelia García F.

De Iñárritu, mas no de Bardo

De Iñárritu, mas no de Bardo

Me he pasado los últimos días de manera morbosa leyendo las opiniones de cientos de usuarios de Twitter que han opinado con tremenda soltura sobre la última película de Iñárritu, “Bardo, Falsa Crónica de unas Cuantas Verdades”. Debo decir que cuando adolescente “Amores Perros” fue una experiencia que unió a mi generación y que catapultó una época en la que juntos nos involucramos, interesamos y nos convertimos en asiduo público (nacionalista) del cine hecho en casa. Festejamos los premios internacionales desde la sala y de a poco entre chances y porras vino una nueva ola de cineastas que hoy ya son parte de otra nueva época que parece ser mucho más estable en ese ámbito. Total, volviendo a Iñárritu y a que Bardo, deje usted la producción, la ronda de prensa que se aventaron por la que hasta en la sopa uno sabía perfectamente el día que se estrenaba en salas. Y ahí voy, con alguna que otra entrevista del director ya en mi subconsciente como nota previa y mis ciertas dudas que siempre me acompañan.

Bardo sí es personal, sí habla de él -como apuntan sus detractores- toda la película, sí la dirige y produce y todo el combo el mismo Alejandro y sí, a su manera y en mi opinión finalmente se expone. El artista en general necesita de su arte y de su disciplina para ir hilvanando entre historias ajenas, entre cuentos que nos contaron, entre materiales y música que nos vamos encontrando para poder irnos dejando y resolviendo conforme pasa la vida. 

A veces parece más bien que en lugar de enseñarnos, nos escondemos detrás de personajes y de texturas que se parecen a nuestras sensaciones pero que cuestan una vida entera poderles poner nombre y título y finalmente expresar sin ninguna máscara. Me parece -después de mucha carrera recorrida- que Alejandro González Iñárritu es un tipo que siento que conozco de toda la vida, que sé que le duele y cómo fantasea pero no lo había visto a él, a él como protagonista de su historia, de su vida. Los críticos no quisieron la película, la opinión pública -dura como es- la tachó de narcisista y vana pero yo salí del cine la semana pasada agradecida de por fin ver algo que redondeaba las demás apuestas del director -me gusten o no- porque finalmente sí hay cierta coherencia en todo ese hilo.

El creador o cualquier mortal, a lo que más miedo le tiene y hablo por mí aunque no quiero usar la primera persona es a eso precisamente, a exponerse, a decir mi país me acongoja, la vejez de mi madre me duele, aquello -los desaparecidos en este país- me hacen sentir un inútil en medio de una sociedad rota y este creador, tiene su particular estética y forma y podremos estar o no de acuerdo con ella pero sus apuestas son clarísimas. Yo creo finalmente, que este mundo es de los que hacen cosas, filman, bailan, tocan, pintan, actúan y se revuelcan en sus dudas y creencias para aventarse al vacío sin saber que nos espera en el fondo del mismo. 

En este mundo donde todo el mundo tiene una opinión y una máscara enorme para poder criticar con una mano en la cintura y un café en la otra lo que un valiente hizo, hay que escoger ser de los que hacen. Mi opinión sobre el filme en sí, me la tengo para mí estimado lector, pero este minúsculo texto humildemente fue un pequeño gesto a otro artista que se atrevió a contar su historia sin importar el qué dirán. Urgen de esos, miles.

argeliagf@informador.com.mx• @argelinapanyvina

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