Viernes, 26 de Abril 2024

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Armonía y tempestad

Por: Jaime García Elías

Armonía y tempestad

Armonía y tempestad

De las apacibles armonías mozartianas a la tempestad mahleriana. El contraste entre las dos obras incluidas en el séptimo programa de la Primera Temporada  2020 de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ), la noche del jueves en el Teatro Degollado, resultó atractivo para el público y mereció la generosa recompensa de las ovaciones, no sólo al término de las mismas, sino incluso (en contravención de la etiqueta…, pero, en fin: pecados veniales) entre los movimientos de las mismas.

Para la Sinfonía Concertante para violín, viola y orquesta en Mi bemol mayor, K. 364, de Mozart, se invitó a Teo Arias, violinista mexicano con gran desarrollo profesional en Alemania, y a Máté Szücz, violista húngaro, principal de su instrumento en la Orquesta Filarmónica de Berlín hasta hace dos años, como solistas. Además de que su desempeño, en lo individual, fue notable, su acoplamiento, particularmente notorio en las cadenzas incluidas en los tres movimientos de la obra, fue excepcional. Ahí estaban dos excelentes músicos sumando sus talentos, aunque ocasionalmente la orquestación -a cargo de Jesús Medina Villarreal, titular de la OFJ- apagó el sonido (más grave, menos penetrante que el del violín) de la viola. Los solistas ratificaron su calidad en la Pasacaglia, de Handel, en arreglo de Halborse, que ofrecieron como encore.

La culminación de la velada correspondió a una de las obras que quedaron pendientes en el ciclo que la OFJ dedicó, hace dos años, a Mahler: la Sinfonía No. 1 en Re mayor, “Titán”. Aunque aún hay quienes la desdeñan (“Creaciones caóticas que no llevan al oyente a ninguna parte”, se ha dicho de ellas), es probable que se haya cumplido, finalmente, la profecía del mismo Mahler tras el poco auspicioso estreno de su obra, en 1889: “Dentro de 80 años, mi música será comprendida”.

Sin entrar en comparaciones -particularmente odiosas- con grabaciones de referencia, la OFJ volvió a mostrar tanto la limpieza como la robustez sonora que en el ya señalado ciclo precedente le merecieron el reconocimiento de la Sociedad Mahler como “la mejor orquesta sinfónica de México”. Desde la niebla musical de los primeros compases hasta el clímax colosal del cuarto movimiento, con percusiones reforzadas y los cornos tocando de pie -y Medina dirigiendo de memoria-, su versión del jueves fue excelente.

El programa se repite este domingo, en la misma sala, a partir de las 12:30 horas.

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