Jueves, 28 de Marzo 2024

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Algo no está bien

Por: Eugenio Ruiz Orozco

Algo no está bien

Algo no está bien

En algunas de las últimas ediciones de EL INFORMADOR y de los principales medios de comunicación de la ciudad se han publicado noticias alarmantes relacionadas con los delitos de feminicidio y abuso sexual de menores. No pocos especialistas explican su incremento como resultado del confinamiento al que nos hemos visto sujetos en los últimos meses y que, aceptémoslo de una vez por todas, es una nueva forma de vivir. El origen del problema tiene que ver con la ineficiencia e ineficacia de las instituciones encargadas de prevenir y combatir esas conductas. Innegablemente, hay un fenómeno de corrupción en algunos de los responsables de velar por el sano desarrollo de la sociedad, entre ellos, funcionarios judiciales y agentes del ministerio público, pero también es revelador de una patología que está afectando las relaciones de familia: el desamor y la falta de respeto. Significativamente, el mayor número de estos delitos se cometen en casa y por familiares cercanos, básicamente varones, aprovechando la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran menores y mujeres y, algo muy grave, frecuentemente en complicidad o solapados por sus parejas e influidos por el consumo de drogas y alcohol.

El tema tiene diferentes componentes: la cultura machista, por lo visto, más difícil de erradicar de lo que pudiéramos imaginar; la pobreza, el hacinamiento de grupos familiares amplios en espacios reducidos donde cohabitan desde recién nacidos hasta personas de la tercera edad, muchos de ellos activos sexualmente, quienes dan rienda suelta a sus instintos, sin limitaciones de ninguna naturaleza, deformando la mentalidad de los menores; la modificación del concepto de intimidad, haciendo explicito lo que debe ser estrictamente personal; la exaltación de la sexualidad en las redes sociales y programas de TV como algo común, ordinario; el abuso de poder y el debilitamiento de instituciones intermedias como la Iglesia, que apoyan y orientan con sus consejos a las parejas y condenan la práctica de  relaciones incestuosas; además de un nuevo concepto  de moralidad: permisiva, flexible, hedonista, que afecta principalmente a los jóvenes, aunque no es privativa de ellos.

Hay una enorme cantidad de argumentos para explicar lo que está sucediendo, sin embargo, debe preocuparnos la tendencia a infringir la ley y las normas de convivencia por un grupo, cada vez más amplio, de perturbadores sociales, frecuentemente impunes, que dañan la vida de niñas, niños y mujeres.  La bestialidad de sus actos corresponde a mentes enfermas que deberían ser marginadas permanentemente de la sociedad.

¿Es qué nuestra capacidad de indignación está sumergida en la indiferencia? ¿Es qué en nuestro egoísmo no importa lo que suceda a los demás en tanto a mí no me pase nada? ¿Acaso quebrantar las leyes y las reglas de urbanidad se ha vuelto una práctica en la cual, hagas lo que hagas, todo se arregla con influencias o con dinero?

Nuestra comunidad se está enfermando y requiere de cada uno actuar con responsabilidad para evitar que la sociedad se transforme en una jungla que a todos nos atrape.
al trote

eugeruo@hotmail.com

 

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