Viernes, 29 de Marzo 2024
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AMLO, le voy a hacer una autocrítica: deje su obsesión por Pemex

Por: Luis Miguel González

AMLO, le voy a hacer una autocrítica: deje su obsesión por Pemex

AMLO, le voy a hacer una autocrítica: deje su obsesión por Pemex

Con lo que Pemex perdió el primer trimestre del 2020, se hubieran podido comprar 105 aviones iguales al que AMLO quiere rifar o construir dos aeropuertos como el de Texcoco. Fueron 562,251 millones de pesos, equivalentes a 6,247 millones de pesos diarios.

Los resultados de Pemex son tan malos que opacan la noticia de la caída de 2.4% del PIB en el primer trimestre. Entre enero y marzo del 2020, la mayor empresa de México perdió 240 millones de pesos por hora o 4 millones de pesos por minuto. Es una compañía que sabe lo que es perder toneladas de dinero, pero se ha superado a si misma en el “arte” de perderlo. Las minusvalías de Pemex en 20 días de este periodo equivalen al presupuesto anual del Insabi.

Dice Arturo Herrera que el Gobierno de México no tiene dinero para hacer programas anti COVID-19 como los de Alemania u otros países desarrollados. Vale la pena llevarle la contraria al secretario de Hacienda. México es una de las quince mayores economías del mundo y sí tiene dinero, es verdad que no tanto como el de las grandes potencias, pero lo que tiene, lo gasta mal. En los cinco trimestres completos que lleva la administración de López Obrador, Pemex acumula pérdidas por 1.3 billones de pesos. El gobierno está empeñado en rescatar una megaempresa que es un barril sin fondo. ¿Cuántas mipymes se podrían salvar con ese dinero? ¿Cuántos empleos? Con lo que Pemex perdió en el primer trimestre se podrían dar más de 140 mil pesos a 4 millones de empresas.

Pemex es un agujero negro. Las pérdidas que registró en el primer trimestre se comen 38% de los ingresos tributarios que recaudó el SAT en el mismo periodo. Dicho en otras palabras, 38 centavos de cada peso que los mexicanos pagamos de impuestos se evaporaron con las minusvalías de esta compañía que es más eficiente produciendo pérdidas, que barriles de petróleo o gasolina. Vale la pena destacar que la administración tributaria tuvo un primer trimestre excepcional y captó 13% más que en 2019, a pesar de la caída de la economía.

¿De dónde vienen las pérdidas? Los gestores de la empresa argumentan que muchas de ellas son virtuales y en cierto sentido tienen razón. Fueron 469,206 millones de pesos por pérdidas cambiarias. Los costos financieros se dispararon con la depreciación del tipo de cambio. Algo normal en una empresa que debe más de 100 mil millones de dólares, equivalentes a 2.46 billones de pesos. El problema es que, más allá de los movimientos del tipo de cambio, los números rojos que presenta Pemex reflejan problemas muy serios de operación. El único dato positivo es un incremento de 4% en la producción de petróleo. Su contribución fiscal, 177,722 millones de pesos es la menor en la historia reciente, equivale a menos de 10% de los ingresos tributarios.

En refinería hemos hablado mucho de Dos Bocas. Olvídense de ese proyecto y vean los números que arrojan las seis refinerías que ya tiene Pemex: hay una rentabilidad negativa de 12.5 dólares por barril que procesa. Era 2.5 dólares negativo en 2019 y ahora es cinco veces mayor. A partir de ese dato, como contribuyente mexicano uno sólo puede agradecer que haya caído la refinación 3% respecto al año anterior. Si Pemex hubiera refinado más, el resultado sería una multiplicación de sus pérdidas. Gracias, de verdad, a las ineficiencias de Pemex que sólo utilizan 33% de su capacidad instalada en refinación.

En materia de austeridad, más allá de la retórica los números de Pemex no traducen el discurso de AMLO en realidad. Dando por bueno que existe la austeridad y el combate a la corrupción, sería bueno que Octavio Romero, director de Pemex, explicara por qué los costos de ventas de la empresa han crecido 25% y los costos de administración se incrementaron 8% frente al año pasado.

¿Qué vamos a hacer con Pemex? Hace un año se presentó un plan de negocios que no convenció sino a los incondicionales del presidente. Ahora, en medio del derrumbe de la industria petrolera a nivel global, Pemex es una de las pocas empresas que no ha presentado un plan de reestructura de tamaño proporcional a la crisis del sector. Los números del primer trimestre son pésimos, pero aún no reflejan el cambio de escenario global para la industria petrolera. Son una imagen del retrovisor. Entre enero y marzo, el precio promedio de la mezcla mexicana fue 40.7 dólares por barril. En abril hemos visto precios negativos y el peor valor del oro negro en tres décadas. Cuando una empresa está perdiendo tanto dinero, lo lógico es achicarla. No hay lugar ni recursos para agrandarla. Presidente, de manera respetuosa le pido que revise su obsesión por Pemex. Puede ser fatal para la 4T y para México.

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