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AMLO, entre el hablador y el cojo

Por: Daniel Rodríguez

AMLO, entre el hablador y el cojo

AMLO, entre el hablador y el cojo

Dicen por ahí que ‘Más pronto cae un hablador que un cojo’. Este refrán aplicado a López Obrador es un fiel reflejo entre sus dichos y sus acciones.

El primero de septiembre el diario Washington Post, en su sección de opinión, titulaba un artículo como ‘Hay crisis de violencia y racismo al sur de México que necesita atención urgente’. En el comentario se lee: “Una escena desgarradora muestra a un joven padre inmigrante (probablemente haitiano, según un testigo) enfrentarse a un grupo de agentes de migración mexicanos de la Guardia Nacional, la cual forma parte de las fuerzas armadas. Se ve al hombre encogido a un lado de la carretera tras haber sido derribado al suelo. Tiene un niño pequeño en sus brazos. Cuando los agentes se le acercan, se tambalea hacia atrás y luego se pone de pie. “Mátame”, dice. “Mátame con el niño”. El hombre intenta desesperadamente regresar a la carretera mientras los funcionarios le bloquean el paso. El hombre choca contra los escudos, mientras el niño se aferra con fuerza a su cuello”.

Nueve días después -el 9 de septiembre- en la portada digital de Forbes, el reporte especial habla de “Migrantes denuncian represión en México”, donde se habla de los contrastes del prometido trato humanitario del presidente mexicano, con las acciones que las autoridades mexicanas han emprendido en contra de quienes buscan pasar por México en su destino a Estados Unidos.

El 13 de marzo de 2017, López Obrador viajó a Nueva York hasta donde llegó la sede la Organización de las Naciones Unidas para entregar un escrito a la instancia de Derechos Humanos de la ONU, donde criticaba al gobierno norteamericano por el trato que le daba a los migrantes mexicanos.

Lo que hace casi cuatro años era motivo de denuncia de AMLO en contra de la forma como se trataba a los migrantes mexicanos, hoy es argumento en contra de México por las acciones ejercidas -bajo el amparo del presidente- en contra de los inmigrantes en la frontera sur.

Y el lunes, antes de emprender viaje a Nueva York para hablar ante el Consejo de Seguridad, AMLO hablaba del sainete y escándalo que provocó la boda en Antigua, Guatemala, de Santiago Nieto Castillo -ahora exdirector de la Unidad de Inteligencia Financiera-, en donde además algún -hoy- un ex funcionario de la Ciudad de México viajó en avión privado a  la ceremonia, y el presidente López Obrador dijo “Hay que recomendarle a los servidores públicos que actúen con moderación, con austeridad y que sigan el ejemplo de (Benito) Juárez, que decía que el servidor público debería de aprender a vivir en la justa medianía. Todo esto se echó por la borda en el periodo neoliberal, durante el periodo de saqueos y corrupción que estamos superando”. Y claro que lo estamos superando, sobre todo en lo que se refiere “...a vivir en la justa medianía”,  cuando él vive en un Palacio que cuesta al erario público seis millones de pesos al mes en gastos esenciales, más los extras que se agreguen en el quehacer diario de las actividades oficiales.

El presidente no puede demandar justicia para los migrantes mexicanos, cuando su gobierno no pone el ejemplo con los migrantes provenientes de otros países, así como tampoco puede hablar de sobrevivir en la “justa medianía”, cuando él efectivamente sí vive como rey en un palacio. ‘Más pronto cae un hablador que un cojo’. ¿Usted, qué opina?

daniel.rodriguez@dbhub.net

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