Jueves, 18 de Abril 2024

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AMLO, el petróleo y la resiliencia

Por: Diego Petersen

AMLO, el petróleo y la resiliencia

AMLO, el petróleo y la resiliencia

Pocas palabras tan horrorosas en el idioma español como resiliencia: el diptongo es difícil de pronunciar, evoca, aunque no tenga nada que ver, al silente, el bocabajeado, y se puso de moda entre los que se dedican al coaching, palabra igualmente horrorosa, pero en inglés, y otros tiranetas charlatanes. A pesar de todos sus defectos no hay palabra en español que defina tan bien como esta el dilema en que se encuentra el presidente: necesita cambiar un gobierno que apostó todo a Pemex cuando el petróleo está en su peor momento.

Ayer circuló profusamente en las redes el discurso de Ricardo Anaya en uno de los debates, donde sostenía que el petróleo iba de salida, para demostrar que el ex candidato del Frente tenía razón. El tema es mucho más complejo incluso que lo que decía Anaya. No se trata solo de que el mundo será cada vez menos dependiente del petróleo y de que algunas naciones ya habían comenzado el camino hacia la abolición de los hidrocarburos como una política ambiental, sino que la pandemia puso en jaque al mercado para los próximos meses, quizás años, y cuestiona de raíz la política energética del actual gobierno. 

El presidente y su equipo tienen de aquí a que termine la emergencia para construir una nueva propuesta

La respuesta ideológica es que la caída de los precios del petróleo es el resultado de la crisis del modelo neoliberal. Todos sabemos que obedece a la recesión mundial por el coronavirus, pero da igual, el resultado es el mismo: la fuente de riqueza a la que le apostamos todas las canicas en los últimos 15 meses no va a funcionar. Refinar más en México no soluciona el problema porque extraer petróleo en México es muy caro (los costos indirectos de Pemex son altísimos) y refinarlo también (nuestras refinerías y su operador, Pemex Refinación, son terriblemente ineficientes). Y sí, es cierto, el modelo neoliberal está en crisis desde 2009, y prueba de ello es el ascenso de gobiernos nacional-populistas, de izquierda o de derecha, todos cortados con la misma tijera y producto de la misma incapacidad del modelo económico de moda los últimos 30 años para dar respuesta a las necesidades básicas de la población, pero eso nada tiene que ver con las decisiones propias del gobierno actual.

Más allá del discurso y del choro mañanero en el que siempre habrá culpables y él se muestra inamovible, hay que ver si el presidente es capaz de darle la vuelta al petróleo y hacer un gobierno resiliente, que entienda no solo hacia a dónde quiere ir sino dónde está parado y cuál es la mejor ruta al destino deseado. 

Pemex, el buque insignia de la autodenominada 4T, se está hundiendo. El presidente y su equipo tienen de aquí a que termine la emergencia por el COVID-19 (junio o julio) para construir una nueva visión de la economía y una nueva propuesta si no quieren hundir su proyecto junto a la paraestatal.

(diego.petersen@informador.com.mx)

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