Sábado, 18 de Octubre 2025

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Tragedia con dividendos: el negocio político del desastre en México

Por: Isaack de Loza

Tragedia con dividendos: el negocio político del desastre en México

Tragedia con dividendos: el negocio político del desastre en México

Cada tragedia en México tiene dos damnificados: la gente y la verdad. Y cada desastre revela la naturaleza más humana -y ruin- del poder: usar el dolor como propaganda. Esta vez, el escenario es Poza Rica, Veracruz; el partido es Morena y las protagonistas son la Presidenta Claudia Sheinbaum y la gobernadora Rocío Nahle.

El fin de semana pasado, la Mandataria encaró los reclamos de cientos de personas que perdieron todo debido a las lluvias que golpearon con fuerza a esa zona del país del 6 al 9 de octubre. Tres días después, su gobernadora, la polémica morenista que según una investigación del medio Silla Rota no renovó el seguro contra desastres, recorrió el lugar a bordo de una patrulla, escuchó reclamos hasta que se hartó y respondió con un seco “estamos trabajando” para seguir su camino y dejar a la multitud enardecida.

Esa frase, heredada del priismo y adoptada con entusiasmo por cada administración desde entonces, es el conjuro favorito para silenciar críticas y simular acción. No importa si hay muertos, desaparecidos o miles de casas bajo el agua: “Estamos trabajando”.

Nahle no es nueva en el cinismo. Es la misma funcionaria que se atrevió a decir que la maestra Irma Hernández Cruz murió de un paro cardíaco y no fue asesinada por un grupo armado que la había secuestrado tras negarse a pagarles cuota para poder trabajar como taxista. Cuando la gobernadora fue cuestionada, respondió: “Es de miserables llevar el caso a niveles de escándalo”. Y sobrevivió al escándalo, claro, porque juega con la camisa guinda.

Sheinbaum, por su parte, quiso romper el molde. En un intento de mostrarse cercana, se enfrentó cara a cara con una multitud furiosa. Pero su gesto para pedir silencio -el dedo índice sobre los labios- se volvió símbolo de desconexión. Porque cuando la empatía se ensaya, se nota. Y se notó.

Lo que sigue ante una falla de ese calado es de manual: tras el error llegan las despensas. Pero eso sí: que lleguen en bolsas color guinda para que nadie olvide quién sí está del lado del pueblo. La tragedia convertida en oportunidad. La miseria como escenografía electoral.

Hoy la marca embarrada es Morena, pero el método es viejo y compartido. Lo ha aplicado el PRI, el PAN, Movimiento Ciudadano y cualquiera que haya tenido una oficina con vista al desastre. Ningún gobierno puede frenar un huracán o detener las lluvias, claro, pero todos podrían reaccionar a tiempo, prever, organizar. En cambio, Veracruz esperó casi una semana para recibir ayuda. Bienvenidos a la capital de la reacción tardía.

Y, como no podía saberse, ese vacío fue tomado como ventaja por la delincuencia organizada, que organizada como es, se dedicó a entregar despensas con las siglas que le distinguen. Gol en cancha propia. Uno que duele más, porque genera simpatías hacia encapuchados que un día te asisten y al otro te asesinan. Encapuchados que, se supone, tú combates como autoridad.

En México, cada tragedia termina convertida en escenario: unos lloran, otros reparten despensas y los más listos suman puntos en las encuestas. Y mientras el lodo cubre las calles de Poza Rica, o las de Hidalgo, Puebla, Estado de México, San Luis Potosí, Querétaro y Jalisco, los de siempre siguen cobrando intereses del dolor ajeno.
Al final, la tragedia no solo deja damnificados, también deja dividendos.

isaac.deloza@informador.com.mx

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