Miércoles, 24 de Abril 2024

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A propósito de las tlayudas

Por: Vania de Dios

A propósito de las tlayudas

A propósito de las tlayudas

La inauguración del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) acabó en discusión culinaria, en medio de la cada vez más marcada polarización del país. Su funcionalidad y operación, aciertos y deficiencias, costos e implicaciones sociales y económicas para el país quedaron en segundo término.

Como ha venido sucediendo con distintos temas de la agenda pública, un asunto de importantes alcances y trascendencia terminó minimizado a la discusión de unas tlayudas. El típico platillo oaxaqueño acaparó la discusión cuando una mujer se instaló para venderlas en la inauguración del aeropuerto en el Estado de México.

De camisa blanca y cubierta con un par de delantales, se le ve en un video muy apurada atendiendo a una fila de comensales. De un balde en el piso saca frijoles fritos para untarlos sobre grandes tostadas, después les echa cucharones de salsa y un toque de queso rayado encima. Ante la mirada de elementos de la Guardia Nacional, les dice: “Yo sé que te regañan, pero dame chance”, y sigue preparando una tras otra.

¿Salsa roja o verde?

La conversación ha girado en torno a quienes defienden y quienes critican que hubiera venta ambulante en el lugar; entre los que se saborean las tlayudas y los que desprecian la imagen. A ese nivel estamos llevando las decisiones en el país, mientras de fondo el actual Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México está totalmente sobrepasado.

Y en la primera semana de operaciones del AIFA poco o nada se ha hablado de resolver el problema de saturación aeroportuaria, la discusión se quedó en lo superficial: entre detractores y partidarios de la 4T. Incluso, el Presidente Andrés Manuel López llevó el tema de manera superflua y polarizante a las tradicionales ruedas de prensa mañaneras.

“Lo que les pasa a nuestros adversarios es que su mundo es el de arriba, el de la pirámide, y piensan que eso es México. Por eso una señora vendiendo tlayudas en un aeropuerto lo ven como algo, sí, extraordinario, como algo indebido”, dijo el mandatario, “es que ellos se sienten superiores, se dan ínfulas de superioridad, es una especie de oligarquía o un sector que se cree de sangre azul, eso es lo que ellos piensan, que son superiores. No saben lo que son las tlayudas, de veras”.

Incluso, además de calificar a los críticos como fifís, el Presidente defendió el platillo como algo nutritivo. Pero nada tiene que ver con si alguien le gustan o no las tlayudas, ¡por Dios! Ni si hay quién esté a favor o en contra de que se instalen puestos de eso o de chilaquiles o lonches de tamal… ese no es el tema. Al menos, no debería serlo en un país cada vez más fragmentado socialmente.

Hay quien dice que eran doradas toluqueñas y no tlayudas. Lo que haya sido, se veía delicioso y dudo que en la historia de nuestro país se viera tal defensa de algún platillo mexicano y convertido su venta en un asunto de clases sociales e ideologías.

El hecho de exigir un aeropuerto de primer nivel no tendría porqué reñir o rivalizar en ningún momento con un asunto de igualdad o de búsqueda de mejorar las condiciones de las personas menos favorecidas, y mucho menos de discriminación. Porque pareciera que si hoy quieres un mejor aeropuerto en el país, uno a la altura y nivel de los que ya hay en otros países, entones, eres calificado como neoliberal y fifí. Pero tampoco el hecho de hablar de reivindicación social, de defensa de las personas en pobreza o de priorizar la equidad sobre la eficiencia debería rivalizar con el desarrollo económico.

Es una discusión maniquea estéril: ni los que apoyan el proyecto del AIFA quieren un México débil o subdesarrollado, ni los que lo rechazan odian al “pueblo”. Pero ahí estamos entrampados. Y si apoyas el recién inaugurado AIFA, entonces, eres chairo, izquierdoso.

¿Acaso no hay voces que resuenen para levantar el nivel de discusión? Hay muchos temas de la agenda pública actual que deberían tener, al menos, la misma atención que hoy se le da a un puesto de tlayudas. Irse a los polos opuestos ha ido haciendo que no veamos lo que hay entre ambos extremos: violencia; inseguridad en ciudades y carreteras; tiroteos y levantamientos de gente a quienes seguramente su familia pasara el resto de su vida buscando; impunidad; mujeres violentadas… Hay mucho más que las tlayudas.

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