Jueves, 25 de Abril 2024

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A gastar y gastar

Por: José M. Murià

A gastar y gastar

A gastar y gastar

“Primero comer que ser cristiano”

¡Ha llegado la época suprema del culto! La fecha que conmemora el natalicio del Salvador, vértice de varias religiones o de diferentes maneras de establecer la relación del ser humano con la divinidad, es motivo de recurrir al valor más importante de todo; es la ocasión de practicar el rito supremo en esta sociedad capitalista.

Entre nosotros no es, ni duda cabe, hacer alarde de los principios del Redentor que, según como se esgriman, podrían provocar que resucite el castigo del delito de la disolución social. Recordar el reclamo en favor de la equidad, la justicia social, la ayuda a quienes casi nada tienen, la austeridad y el rechazo a lo superfluo, no se avienen para nada en el rito mayor que se practica para celebrar la Natividad.

No es, ni con mucho, Cristo Redentor, quien se centra en el credo, sino el famoso barbón excesivamente alimentado que ahora todo el mundo invoca con el nombre de Santaclós. 

Ya no es incienso y mirra, contrición y buenos deseos, ánimo de mejorar y búsqueda del bien ajeno y del respeto al derecho de éste, lo que concentra nuestra atención. ¡No! La práctica de esta religión consiste en gastar y gastar: hacer del dinero el valor supremo y alimentar las arcas de quienes ya tienen mucho más de lo que necesitan: incrementar el capital se ha convertido en la finalidad mayor de todas las cosas. 

En consecuencia, en una sociedad con tantas diferencias sociales como la nuestra, las “fiestas navideñas” se convierte también en una época de generalizado dolor de las mayorías que casi no tienen y, además, se obligan a presenciar el espectáculo de la exhibición y oferta de tantas cosas que jamás podrán adquirir. 

Es el tiempo en que quienes poseen procuran dar lo menos posible a los muchos que pretenden aprovechar un poco las circunstancias para que les caiga algo a base de pedir, pedir y pedir todo el tiempo. 

Miles de niños salen a las calles con la mano tendida con la ilusión que les toque algo que mitigue la carencia de lo que tienen derecho a tener y no tienen

Miles de niños salen a las calles con la mano tendida con la ilusión que les toque algo que mitigue la carencia de lo que tienen derecho a tener y no tienen.

Todos “los de abajo” miran para arriba con la esperanza de que les llegue algo extra de una sociedad que “pa’ bajo” no sabe casi mirar. Más aun, le importa un cacahuate lo que ahí sucede. 

Es la devoción por el dinero y los correspondientes bienes de consumo, lo que impera, de tal manera que, en esta época de gastar, gastar y gastar, el valor de los muchos pesos, todavía, se echa de ver con mayor claridad. 

Tal vez sea por eso que, a pesar de mi confort clasemediero, en esta época del año ando de mal humor. Como se dice por ahí, son tiempos en los que no me hallo. 

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