Ni para el Guadalajara ni para el Atlas hay fórmulas mágicas, ni medicinas de patente que se vendan en la botica, ni cataplasmas que suministren los yerberos, ni “limpias” o pócimas misteriosas que puedan aportar los brujos más prestigiosos de la comarca.*Las malas rachas en que tanto rayados como rojinegros están atrapados, han generado recriminaciones al por mayor. Por ejemplo, las referentes a las bajas más significativas que ambos equipos tuvieron de cara al presente Torneo de Clausura: la del “Gallito” Vázquez con los rojiblancos y la de Alustiza con el Atlas…Ahora bien: aun cuando es evidente que el primero ha tenido un desempeño sobresaliente —como antes con el León o con las mismas “Chivas”— y marcha, con el Santos Laguna, en el cuarto peldaño del escalafón, mientras que Matías ha sido pieza clave en los resultados positivos que tienen a los “Pumas”, hoy por hoy, en la cima de la clasificación general, nadie puede asegurar que si el Guadalajara hubiera retenido al “Gallito” hoy sería cuarto lugar en el tabulador… ni mucho menos que si Alustiza se hubiera quedado con el Atlas, éste sería primero, y no —como en realidad es— último en la clasificación.*Por lo demás, las medidas que en ese sentido tomaron los dirigentes —no exclusivamente los entrenadores—, ya son irreversibles a estas alturas de la película… Cuando se tomó la decisión de transferir a esos (como a muchos otros) jugadores, se sabía que la medida entrañaba riesgos… pero, también, que implicaba oportunidades para que otros jugadores se manifestaran: algo que, evidentemente, no ha sucedido.*En uno y otro caso, los técnicos —responsables directos del funcionamiento de los equipos… aunque no necesariamente culpables absolutos de los fracasos que van siendo, hasta ahora, sus respectivas campañas— han reconocido que hay mucho, en el aspecto estrictamente futbolístico, que enmendar…Aferrados en sus declaraciones al tópico de que “hay que seguir trabajando”, ni Matías Almeyda en el Guadalajara ni Rubén Omar Romano en el Atlas parecen haber ponderado seriamente el aspecto mental; más concretamente, la psicosis –en su acepción de obsesión persistente— que muy probablemente se ha convertido en mal generalizado en sus respectivos cuarteles, y que se traduce en la falta de confianza en sí mismos que denotan los jugadores en el momento de tomar decisiones… especialmente cuando de ellas depende el gol, lo mismo suyo que del adversario.
