Nacho Trelles cerró su carrera de 41 años como técnico, ya con 75 calendarios sobre sus espaldas, al final de la temporada 1990-91; es decir, hace 28 años. Se explica, por tanto, aunque no se justifique, que para las nuevas generaciones de aficionados y aun de periodistas “especializados” -los que llegaron al cine cuando la película ya había comenzado, valga la analogía-, el personaje del futbol mexicano que ayer celebró 103 años de vida sea un ilustre desconocido. O, en el mejor de los casos, una lejana referencia.Más leyenda, por los episodios que de él refieren los más ancianos de la comarca, que historia, Nacho fue, sin duda, una de las figuras más importantes del futbol mexicano en la segunda mitad del Siglo XX.Con cierta frecuencia, los amantes de las estadísticas lo aluden. Hace poco -al final del pasado Torneo de Clausura-, porque es el entrenador que más títulos de Liga ha ganado, el segundo que más partidos ha dirigido en México, y el que más partidos ha dirigido con la Selección Mexicana…Más allá de las estadísticas y de las crónicas costumbristas que recogieron muchas de sus anécdotas (sus “shows” desde la banca; sus confrontaciones verbales con los árbitros; sus declaraciones, a medio camino entre la filosofía y la picaresca…), Nacho está en la historia porque compartió con Antonio López Herranz la responsabilidad de dirigir a la Selección cuando ésta consiguió su primer punto (empate a un gol ante Gales en Suecia-58), con Alejandro Scopelli cuando ganó por primera vez (3-1 sobre Checoslovaquia en Chile-62), y cuando por primera vez no admitió gol (0-0 ante Uruguay, con Carbajal en el marco, en Inglaterra-66) en una Copa del Mundo.Estudioso, analítico, metódico, disciplinado, minucioso, Nacho fue, quizás, el primer entrenador mexicano que mereció ser calificado como estratega en toda la extensión de la palabra. Además de que cuidaba todos los detalles que debían considerarse dentro y fuera de la cancha, se ganaba el respeto de sus jugadores por la claridad de sus conceptos y la pertinencia de sus indicaciones.Caballero y profesional de pies a cabeza -desde los tenis hasta la célebre cachucha, de las que tenía colección-, fue un maestro, un referente, un amigo y un hombre de los que dejan huella, como diría él, en el futbol y en la vida.Felizmente, aún vive para cosechar esos reconocimientos.
