Jueves, 28 de Marzo 2024

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* Las de arena

Por: Jaime García Elías

* Las de arena

* Las de arena

Tampoco los resultados sufridos este fin de semana son suficientes para asignar a Atlas y Guadalajara la calificación definitiva correspondiente al actual Torneo de Apertura. Sin embargo, tanto la derrota de los rojinegros en su visita al Santos Laguna, como la de los rayados, en casa, ante los “Pumas”, demostraron que los festejos de la semana pasada, unos por el triunfo del Atlas sobre el Toluca, otros por el empate con sabor a victoria de las “Chivas” ante el América, fueron excesivos. O, por lo menos, apresurados.

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Si se trata de repasar lo que hicieron este fin de semana los dos abanderados del futbol de Jalisco -sumidos por enésima vez, según todos los indicios, en Años de Vacas Flacas-, es obvio que el Atlas hizo muy poco para resistirse al papel de casi segura víctima que los pronósticos le asignaban en su visita al actual campeón Santos Laguna.

Anotar un gol -su cuarto apenas en 12 apariciones cumplidas en la Liga-, amenazar al adversario y encender la llamita de la esperanza de una hazaña entre sus simpatizantes, fue un destello que duró siete minutos: los transcurridos desde que Omar González acertó con su cabezazo, hasta que Jonathan Rodríguez, por la misma vía, puso cifras definitivas al encuentro.

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Las “Chivas”, por su parte, al perder nuevamente en casa, ahora ante los “Pumas” que recientemente los habían dejado fuera de combate en la Copa, dieron la de arena correspondiente a la de cal de la semana pasada.

Eran locales. Además de la inyección moral que les significó el dramático (y hasta “heroico”) empate en el “Clásico”, llevaban a su favor, en el aspecto sicológico, el ruido que se hizo a su teórica “jettatura” sobre los universitarios: una supuesta hegemonía -vista desde la perspectiva de los números- que data de 36 años: antes de que naciera ninguno de los protagonistas del partido del sábado… Llevaron a su favor, además, la ventaja de abrir temprano el marcador y poner al adversario en la lona.

Como de costumbre, fueron incapaces de rematarlo. Lo dejaron levantarse, darle la voltereta al marcador, sacudirse la teórica superioridad… y al final del cuento tuvieron que resignarse a la irregularidad que ha sido su sello, y a la mediocridad que se ha convertido, desde la última vez que tocaron la gloria con las manos, en la marca de la casa.  
 

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