Aún no en México, lamentablemente; aún no en circunstancias normales; con anomalías tan notorias como la ausencia de público en los estadios; en un entorno complejo, con reticencias de los observadores y aun con miedo por parte de los actores del espectáculo –jugadores y árbitros—, pero hoy, de alguna manera, concluye el ayuno a que durante dos meses ha estado sometido el mundo del futbol a raíz de la pandemia del coronavirus.*Que la Bundesliga reanude las actividades a partir de este sábado, alimenta, a la par, temores y esperanzas…Temores, porque en algunos de los países en que se han tomado medidas para abrir poco a poco las puertas a la llamada “nueva normalidad”, se ha tenido que aplicar el freno y meter reversa, al comprobarse que los contagios volvían a dispararse. En el caso de los deportes de conjunto y de contacto, como el futbol, desde que se tomó la decisión de suspender las competencias prácticamente en todo el mundo, se convino en la pertinencia de restablecerlas, a condición de reducir al mínimo –a cero, idealmente—el riesgo de contagios. La ausencia de espectadores en las tribunas era inevitable, a despecho de que la naturaleza misma del espectáculo se desvirtúa sin el ambiente que aporta la presencia del “jugador número 12” en las gradas, y de la afectación a las actividades económicas colaterales: el comercio de souvenirs y alimentos alrededor de los estadios, por ejemplo.Eventuales restricciones para que se juegue en las ciudades en que la cifra de contagios ha sido más alta –México, Toluca, Pachuca y Tijuana en nuestro país—, medidas como los exámenes sistemáticos a los jugadores o disposiciones orientadas a acotar el contacto físico –menos abrazos entre los jugadores al celebrar un gol, menos diálogo con el árbitro, etc.— serán aspectos de una “nueva normalidad” que desplazaría a la antigua por tiempo indefinido.*Por otra parte, empero, que el balón vuelva a rodar a partir de este sábado en la Bundesliga, es, en efecto, indicio de la resilencia –por definición, la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos— del género humano. Y es, sobre todo –para utilizar la metáfora más socorrida de los últimos dos meses en todo el mundo— la alegría de ver, al fin, “la luz al final del túnel”.