Entre el inusitado alud de noticias de los últimos días —los ceses de Diego Alonso, Luis Fernando Tena y Antonio Mohamed como técnicos de Pachuca, Querétaro y Monterrey, respectivamente; la contratación de Rafael Puente del Río como timonel de los Gallos y de Ricardo Peláez como presidente deportivo del Cruz Azul, en sustitución de Eduardo de la Torre—, la transferencia de Rodolfo Pizarro, inicialmente al Monterrey… o posiblemente a un equipo europeo si alguno le llega al precio antes de que aquélla se consume, ha sido, sin duda, la que más revuelo ha causado.*Se explica plenamente el fenómeno, por lo demás... Por una parte, la popularidad del Guadalajara. Por otra, la calidad futbolística del jugador y el rango de ídolo que había adquirido entre las legiones de seguidores del equipo más popular de México. Pero, sobre todo, la aparente incongruencia entre la petición de refuerzos planteado por el técnico Matías Almeyda como consecuencia de una temporada en que la conquista de la Concachampions y el boleto para el Mundial de Clubes apenas si barnizó el rotundo fracaso que fue la competencia doméstica para las Chivas, y la decisión de los dueños del juguete, de poner a su mejor jugador en manos del mejor postor.*Si a la casi segura salida de Pizarro se suman las de Alanís, virtualmente consumada; las muy probables de Cota y “Aris” Hernández, y la muy posible de Pulido, la consecuencia, a golpe de vista, es que, lejos de reforzarse, el plantel del Guadalajara está en vías de debilitarse.Para la generalidad de los aficionados, carecen de validez los apremios de carácter financiero que trascendieron hace unas semanas (el impago de las “primas” prometidas por el campeonato conseguido hace un año), que luego dificultan y aun impiden contratar los refuerzos que el Guadalajara necesitaría —según el diagnóstico de su propio timonel— para recuperar el rol de protagonista del campeonato, y que finalmente obligan a los dirigentes, en cambio, a prescindir de varios de sus activos más apreciables.“A ellos —los aficionados—, sus timbres…”.*En lo que el panorama se aclara —o se ensombrece más todavía—, queda en el aire la incógnita de si Almeyda, en circunstancias como las que se vislumbran —de que no hay más cera que la que arde—, sostiene el verso de “su confianza en el jugador mexicano”…Al tiempo…
