Jueves, 18 de Abril 2024

LO ÚLTIMO DE Ideas

Ideas |

* Educación

Por: Jaime García Elías

* Educación

* Educación

Pretender que la repulsa generalizada a los hechos ocurridos el domingo en Monterrey, horas antes del “Clásico” local, vaya a redundar en que no se repitan sucesos de esa naturaleza, es ingenuo. El futbol, por su propia naturaleza, lleva implícito un componente de violencia. Sucede así porque la contienda deportiva desemboca en una alegría y un beneficio -económico y/o en puntos- y representa un timbre de orgullo para el vencedor, de dimensiones similares al dolor, el perjuicio o la vergüenza del vencido. Pocas cosas tan dulces en este mundo como la victoria; pocas tan amargas como la derrota.

*

Las riñas entre aficionados, en las tribunas, porque una exclamación de júbilo -excesiva, descontrolada- irrita a un prójimo predispuesto a la ira, sin que se justifiquen, se explican: son comprensibles. Se supone que tales incidentes, en circunstancias normales, son controlables merced a la ecuanimidad de los demás aficionados y a la eficacia de las medidas de seguridad que ordinariamente se implementan…

Lo que resulta incontrolable, en cambio, es el afán de los grupos de desadaptados, pandilleros, potenciales delincuentes, que en ocasiones como las del domingo ven situaciones propicias para dar rienda suelta a instintos que nada tienen que ver con el deporte, y para ver en los rivales deportivos, enemigos mortales con los cuales desahogarlas. La saña de los agresores, el domingo, por ejemplo, nada tuvo que ver con incidentes ocurridos en la cancha ni con el resultado del encuentro, puesto que ocurrió horas antes de que éste comenzara.

*

Un buen aficionado interpreta un partido de su equipo como una fiesta en la que en las tribunas y en la cancha se busca la victoria, por supuesto… pero se acepta la posibilidad de la derrota.

En teoría, los clubes profesionales se comprometen a llevar a cabo acciones orientadas a educar a los aficionados; a machacar en la lección de que tan importante como saber ganar es saber perder; a considerar el respeto al adversario como una premisa; a entender que el triunfo o la derrota son, de alguna manera, accidentes del juego que deben asumirse como tales, y que la grandeza de los protagonistas de las batallas deportivas consiste en entender que, a diferencia de las que se dan en otros ámbitos, ni la victoria ni la derrota implican derramamiento de sangre.

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones