Jueves, 25 de Abril 2024

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- Una de cal...

Por: Jaime García Elías

- Una de cal...

- Una de cal...

Si, como dicen las autoridades, el desmantelamiento de una célula criminal (de cuyo historial o acciones criminales no se dieron detalles) fue la consecuencia de la balacera del lunes en la Colonia Chapalita de Guadalajara, cabe suponer que los interrogatorios a las más de 30 personas -entre delincuentes y posibles víctimas- detenidas en el correspondiente “operativo”, sirvan para tres cosas: una, esclarecer varios delitos; dos, aplicar a sus autores las sanciones previstas por la ley; y tres, enviar a la sociedad el mensaje de que las autoridades teóricamente encargadas de investigar delitos y castigar delincuentes, aportaron, ¡por fin!, una de cal a cambio de tantas como van de arena.

-II-

La balacera, según trascendió, se derivó de un cateo domiciliario. Éste no se debió precisamente a una concienzuda indagatoria policíaca, sino a una denuncia ciudadana -acaso de un vecino importante o influyente, porque las del ciudadano de a pie suelen ser ignoradas-. Hubo, si así fue, omisión de la función “preventiva” de la autoridad, ya sea por ineptitud (lo que sería muy malo) o por contubernio con los delincuentes (lo que sería mucho peor).

Es importante que se difundan tanto los resultados de las pesquisas como sus consecuencias, porque la medida más eficaz para la prevención del delito es la eficacia de las autoridades para sancionar a los delincuentes. En eso consiste la ejemplaridad de la sanción, de la que hablan los penalistas. Franz von Liszt define la pena como “el mal que el juez inflige al delincuente a causa de su delito, para expresar la reprobación social con respecto al acto y al autor”. Eugenio Cuello Calón señala que la pena debe “obrar en el delincuente, creando en él, por el sufrimiento, motivos que lo aparten del delito en lo porvenir (…); además, debe perseguir la ejemplaridad, patentizando a los ciudadanos pacíficos la necesidad de respetar la ley”. Fernando Castellanos indica que la pena “debe ser intimidatoria; es decir, evitar la delincuencia por el temor de su aplicación; ejemplar, al servir de ejemplo (…) para que todos adviertan la efectividad de la amenaza estatal (…); justa, pues la injusticia (y la impunidad es una de las expresiones más perfectas de la injusticia) acarrearía males mayores”.

-III-

Colofón: Thomas Jefferson, ex presidente de los Estados Unidos, acertó cuando dijo que “Ningún gobierno puede sostenerse sin los principios del temor y del deber; los hombres buenos obedecerán a este último, pero los malos solo al primero”.

jagelias@gmail.com

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