Domingo, 05 de Mayo 2024

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- Tlaquepaque, “Mágico”

Por: Jaime García Elías

- Tlaquepaque, “Mágico”

- Tlaquepaque, “Mágico”

Al difundirse, la semana pasada, la noticia de que Tlaquepaque alcanzó la denominación de “Pueblo Mágico”, otorgada por la Secretaría de Turismo a nivel federal, no faltó quien -“nada más por fregar”, como dijera el clásico de Zapotlán- aplicara al hito la frase célebre de otro clásico local (“Lagrimita”):

-¡Qué barato…!

-II-

Tan discutible como se quiera, la etiqueta equipara al pueblito de la canción en que Pepe Guízar hacía el elogio de “tus olorosos jarritos”, con los otros siete pueblos o ciudades de Jalisco que anteriormente habían hecho méritos para conseguirla; a saber, Mascota, San Sebastián del Oeste, Tequila, Lagos de Moreno, Tapalpa, Mazamitla y Talpa de Allende. Otros pueblos y ciudades de Jalisco que también aspiraban a la denominación (Ajijic, Jamay, San Gabriel, Guachinango, San Miguel el Alto y San Juan de los Lagos), se quedaron, por esta vez, con las ganas.

La distinción, como destacó el secretario estatal de Turismo, Enrique Ramos, implica la posibilidad de recibir recursos federales para mejorar la imagen urbana -calles, banquetas, fachadas…- e incluir al flamante “Pueblo Mágico” en las campañas promocionales de las secretarías de Turismo, federal y estatal.

Aunque se puntualiza que el carácter de “Mágico” se otorga a 42 manzanas perfectamente delimitadas, y no a toda la ciudad ni mucho menos a todo el municipio (incluidas las delegaciones) que, según el censo más reciente, aporta 608 mil habitantes a los más de cinco millones con que cuenta la Zona Metropolitana de Guadalajara, y aunque se espera que la denominación propicie, en efecto, una mejoría de la imagen urbana y atraiga una mayor cantidad de visitantes, los propios tlaquepaquenses deploran que su calidad de vida, en varias colonias del municipio, deje mucho que desear por ostensibles deficiencias en servicios públicos tan elementales como la seguridad, los escasos espacios públicos, el agua potable que llega en pipas y los vecinos tienen que pagar de su bolsillo, y el alcantarillado inexistente que da pie al espectáculo de arroyos de aguas negras que corren a cielo abierto.

-III-

Podrá decirse que uno es el “Pueblo Mágico” de los turistas -y de quienes obtienen un (por demás legítimo) beneficio económico a fuerza de ofrecerles servicios o productos-… y otro el de los lugareños.

Ya se verá cómo manejan las autoridades municipales el honor y la responsabilidad que la designación implica, y qué hacen para evitar que se les aplique lo de “candil de la calle… y oscuridad de su casa”.

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