Viernes, 26 de Abril 2024

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- Talón de Aquiles

Por: Jaime García Elías

- Talón de Aquiles

- Talón de Aquiles

Menos mal que hay quien se preocupe por temas como la economía (que va a la baja) y la violencia (que sigue al alza) en estas que en tiempos de María Canica se preciaban de ser -“‘ai pinchemente”, diría Juan José Doñán- “Tierra de Dios y de María Santísima”.

Mire usted…

-II-

En el rubro de la economía, uno de los mexicanos que ha demostrado con creces saber más del asunto -no en balde llegó a ser considerado el hombre más rico del mundo-, Carlos Slim, aportó su docta opinión: “Inversión es lo que hace falta; con inversión y empleo se puede dar la reactivación”… Lo dijo tras la reunión de algunos de los más prominentes empresarios del país con el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, en que “intentaron sensibilizar al Gobierno de López Obrador, de la necesidad de incentivar la inversión de capitales privados”.

El capital, de sobra se sabe, se mueve en pos de las utilidades. Los inversionistas “huelen” las condiciones del mercado, y producen mercancías u ofrecen servicios en función de que haya potenciales consumidores de las primeras o demanda de los segundos. Y un gobierno que ha dado palos de ciego tan espectaculares como cancelar -caprichosa y arbitrariamente- la construcción del Aeropuerto en Texcoco, lanzarse “a lo Gorras” a construir el Tren Maya y la Refinería de Dos Bocas, desaparecer 23 programas sociales aceptables aunque perfectibles, crear otros 15 “sin los mínimos criterios de eficiencia operativa”, enredarse en el margallate de la seudo-rifa del avión presidencial, etc., pide a gritos, en efecto, que intenten “sensibilizarlo” -valga el piadoso eufemismo- quienes han dado sobradas pruebas de saber de ello.

-III-

En el tema de la inseguridad, las propuestas de algunos legisladores por reimplantar en la Constitución y en los códigos penales la pena de muerte para crímenes como los que en fechas recientes han conmocionado a la sociedad y tienden a volverse recurrentes, invitan a ir más allá de los dimes y diretes, las mutuas descalificaciones, los debates teóricos o las consideraciones doctrinales.

Invitan a recordar la máxima de que “es mejor tener malas leyes y buenos jueces, que buenas leyes y malos jueces”, y a reconocer que en la deficiente persecución del delito y la raquítica administración de la justicia (repásense, al efecto, las escandalosas cifras de la impunidad), allá por incompetencia, acá por corrupción, está, sin darle demasiadas vueltas al asunto, el talón de Aquiles de la sociedad mexicana.

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