Calificar al transporte público en la Guadalajara y anexas por su siniestralidad es erróneo. Que un camión urbano cayera a un canal de aguas negras en San Martín de las Flores, hace dos semanas, y siete pasajeros perecieran a raíz del accidente, fue -y sigue siendo- lamentable. Que desde hace varios años se mantenga el promedio de una persona fallecida por semana a consecuencia de accidentes en que participan unidades del transporte público, no significa que todos los conductores del transporte urbano sean cafres (o “choferoces”, como antaño se les denominaba en las notas policiacas de algunos medios). El accidente de San Martín de las Flores fue un hecho aislado. En un porcentaje significativo de los otros percances, es probable que haya habido tanto o más de descuido de las víctimas que de imprudencia del conductor.-II-Al margen de que hay aspectos relacionados con el transporte público que no pueden tomarse como parámetros para otorgar al servicio la nota aprobatoria o reprobatoria, hay otros que sí lo permiten. Por ejemplo, los que se utilizaron en la encuesta solicitada por el Instituto de Movilidad y Transporte de Jalisco, de la que se daba cuenta el domingo en estas páginas: la frecuencia de paso de las unidades, el cumplimiento del horario, las facilidades para pagar (prepago, boleto multimodal…), limpieza de los camiones y de los conductores, calidad y cortesía de estos últimos, etc.Aunque está concesionado -y qué bueno que así sea, demostrado como está que el Gobierno, como empresario, es garantía de números rojos por obra y desgracia de la corrupción que al parecer forma parte de su ADN-, el transporte público, como su nombre lo indica, es un servicio público. El Gobierno se involucra, pero más para modificar el esquema jurídico que para imponer o exigir mejoras y adecuaciones en el aspecto operativo. El reordenamiento de las rutas, por ejemplo, ha sido una demanda ciudadana recurrente… y una promesa gubernamental -en campañas, sobre todo- sistemáticamente incumplida.-III-Más allá del discurso oficial, encomiástico con respecto a la cacareada “migración” del esquema de hombre-camión al de ruta-empresa, los usuarios -se encuestó a dos mil 550 pasajeros habituales de 152 rutas- asignaron al servicio que se les ofrece, una calificación de 5.26 puntos sobre 10 posibles. Es decir, nota reprobatoria: lo que explica por qué tanta gente se baja del camión en cuanto puede… aunque eso signifique, en tantos casos, saltar de la sartén al fuego.
