Jueves, 28 de Marzo 2024

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- “No normalizar”

Por: Jaime García Elías

- “No normalizar”

- “No normalizar”

Después de que “el tráiler de la muerte” se volvió noticia, las notas periodísticas que dan cuenta de cadáveres encontrados en costales, en automóviles estacionados, tirados en calles de la ciudad, en caminos vecinales o sepultados en fosas clandestinas, o de asesinatos perpetrados en la vía pública, siguen siendo, literalmente, “el pan nuestro de cada día”. Así, la declaración del Presidente de la Cámara Nacional de Comercio de Guadalajara, Xavier Orendáin, en el sentido de que, como sociedad, “no debemos acostumbráramos a ver como normales” esos hechos, obliga a plantear una pregunta:

- ¿Y entonces…?

-II-

La declaración del empresario tapatío remite a un par de temas vinculados con la violencia y la impunidad rampantes…

Uno: el fenómeno se ha vuelto cotidiano, habitual, repetitivo -normal, pues- porque el aparato gubernamental supuestamente encargado de investigar y sancionar los hechos delictivos, es ineficiente e insuficiente: ni dispone de los métodos científicos que le permitan avanzar en las investigaciones, ni cuenta con el personal necesario para abordar con seriedad, a conciencia, cada uno de los delitos que se cometen. Eso explica por qué sólo tres de cada 100 delitos se resuelven, y que la impunidad en México sea de 97%. Quien toma la decisión de cometer un crimen, lo hace a sabiendas de que sólo excepcionalmente lo alcanzará el brazo de la justicia.

Dos: Caryl Chessman, uno de los más célebres reos del penal de San Quintín, California -célebre porque asumió su propia defensa, por los libros que escribió y porque nunca quedó plenamente probada su culpabilidad en los delitos por los que fue ejecutado en la cámara de gas en 1960-, en “Celda 2455, Pabellón de la Muerte”, escribió que “el criminal es un fruto perfecto de la sociedad en la que surge”… En el caso de México -y de Jalisco, obviamente-, la proliferación de los grupos delincuenciales dedicados al narcotráfico, el robo y los secuestros, la ya señalada impunidad y la falta de opciones laborales -asunto en el que el sector empresarial podría tener una aportación significativa- dan la razón a Chessman: como que dos y dos son cuatro.

-III-

Colofón: Una cosa es que las cosas no debieran ser así. Pero como “normal” significa “lo que ocurre como siempre o como es habitual, por lo que no produce (o no debería producir) extrañeza”, tanto la violencia como la incapacidad de la autoridad para contenerla, en nuestro medio, son enteramente normales. Gústenos o no.

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