Viernes, 26 de Julio 2024

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- Navidad

Por: Jaime García Elías

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Si es cierto -según dicen los entendidos en afrodisiacos- que “ya los ostiones no son como antes”, las navidades, menos...

“Es la secularización” (acción de hacer profano lo que antaño era sagrado), dirán algunos; “es la degradación de las costumbres y la pérdida de valores”, lamentarán otros. Se entiende que lo primero es natural: signo de los tiempos; se infiere que lo segundo tiene un dejo de perversión o de maldad.

-II-

El hecho es que, fatalmente, “cambian los tiempos, cambian las costumbres”. Así, las “posadas” de antaño incluían cánticos (“En nombre del Cielo, / buenos moradores, / dad a unos viajeros / posada esta noche...”; “Traigan confites y canelones / pa’ los muchachos que son muy tragones...”, etc.), rezos, bolos, piñatas... Las actuales -muchas de ellas en hoteles o restaurantes- son reuniones o ágapes puramente sociales, con intercambio de regalos entre familiares o compañeros de trabajo, en que eventualmente se cena pavo, se descorcha la sidra y se hacen brindis... aunque el tradicional trasfondo religioso -la conmemoración del nacimiento, supuestamente en un establo, del Jesús histórico que pasaría a ser el Cristo de la fe- se ha diluido o ha desaparecido casi por completo.

Los “Grinch” -vocablo de cuño relativamente reciente- fruncen el ceño y se pronuncian contra “el consumismo” manifiesto en las celebraciones. Se marginan voluntariamente -¡ellos se lo pierden!- de la alegría de los niños que reciben juguetes y golosinas, y de los adultos que reciben unos aretes (las damas) o una bufanda (los caballeros) de regalo, y que celebran el cierre, con salud, de un ciclo vital y el inicio de otro... aunque sea inevitable que una gota de amargura se incorpore a los ingredientes de la fiesta al repasar la lista de las personas queridas que se quedaron en el camino.

-III-

Los antecedentes de las celebraciones de fin de año datan de muchos siglos antes de la llamada era común. Dichas celebraciones adquirieron un carácter sagrado conforme la religión fue un elemento esencial y aun dominante en la cultura occidental cristiana. Ese carácter se ha ido diluyendo -naturalmente, se diría- a medida que la ilustración y el racionalismo han ganado terreno a dogmas y conceptos religiosos.

Lo cual, sin embargo, lejos de eliminar las festividades, las ha modificado, robustecido incluso, porque ellas permiten celebrar la vida y dar la razón a Cesare Pavese cuando aseveró que “Es hermoso vivir, porque vivir es comenzar, siempre, a cada instante”.

Colofón: ¡Felicidades, pues, lector amable...!

jagelias@gmail.com

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