Jueves, 18 de Abril 2024

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- Los guajolotes

Por: Jaime García Elías

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“Elemental, mi querido Watson”, diría Sherlock Holmes: “A más movilidad social, más contactos; y a más contactos, más contagios…”.

Cualquiera, en plan de ver las cosas por el lado bueno, diría que la declaración presidencial del lunes, en Mérida, en el sentido de que si aumentan los contagios (de COVID-19) al relajarse las medidas de confinamiento social adoptadas en la etapa inicial de la pandemia, “habrá que rectificar, habrá que dar marcha atrás”, no sólo es acertada, sino prueba inequívoca -para “muina” de sus adversarios- de la sabiduría de su autor. ¿O no dice el adagio que “es de humanos errar… y es de sabios enmendar”…?

-II-

Si, como señalaron las autoridades sanitarias, los primeros pasos del tránsito a la “nueva normalidad” se dieron precisamente cuando la pandemia se encontraba “en su fase más aguda” (así lo dijo el pasado fin de semana el subsecretario López-Gatell), es de suponerse que el relajamiento de las restricciones ocasionará más contacto entre las personas en el transporte público, en los establecimientos comerciales, en los centros de trabajo “no esenciales”, en los parques públicos, en las calles y aun en los propios hogares. Es de temerse, por tanto, que aumenten los contagios, y es previsible que, dentro de dos semanas, las cifras de casos confirmados, en vez de tender a disminuir (la anhelada “curva” que en México nomás no llega), tiendan a incrementarse... Y si esos pronósticos -que no malos deseos- se confirman, otras cifras negras, casi seguramente, irán al alza: las de los decesos, habida cuenta de que en México, hasta ahora, el 10% de los casos confirmados -poco más o poco menos-, se resuelven en la muerte.

-III-

La conclusión cae por su propio peso: el momento idóneo para soltar gradualmente las amarras y volver paulatinamente a la famosa “nueva normalidad”, debía coincidir con las señales de que la pandemia tendía a disminuir… Hacerlo, aun así, sería riesgoso. Hacerlo antes, cuando la cifra de contagios y decesos se incrementaba diariamente, fue temerario. Fue insensato. Fue imprudente.

Por desgracia, constatar que la reducción de las medidas de confinamiento fue inoportuna, y que hubo apresuramientos, torpezas e imprudencias en el anhelado retorno a una normalidad que de ninguna manera sería “la de antes”, podrá medirse en muertes. En muertes que pudieron evitarse. En muertes que irán a la conciencia de quienes tomaron riesgos antes de tiempo.

(Por algo dicen que “sólo los guajolotes se mueren la víspera”).
 

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