No se trata de cuestionar la metodología de la encuesta del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), difundida ayer (EL INFORMADOR, X-7-19, p. 6-A), según la cual “los tapatíos pierden, por persona, 98.4 horas (4.1 días) al año en el tráfico de la ciudad”…Quizá ese sea el promedio, en efecto, considerando que hay personas cuyos recorridos habituales -de casa al trabajo o a la escuela y viceversa- pueden cubrirse en 10 o 15 minutos, a pie, en bici, en moto, en camión o en automóvil -la encuesta es demasiado genérica-, sin dejar de considerar los casos, por ejemplo, de quienes viven en Tonalá, Tlajomulco, Tesistán o cualquiera de las colonias periféricas de la Zona Metropolitana de Guadalajara, y tienen que hacer recorridos diarios de dos horas de ida y otras tantas de vuelta. Para esas personas, si cinco días a la semana realizan esos desplazamientos, son 20 horas en ese lapso; por 52 semanas que tiene el año, son mil 040 horas; convertidas en días, son -si Pitágoras no miente- 43.33 días del año (¡casi mes y medio…!) invertidos en transportación.-II-Las estimaciones acerca de que ese tiempo -4.1 días, según sus cuentas- equivale al necesario para leer 25 libros, ver 66 películas o partidos de futbol, o del costo de la congestión vial (ocho mil millones de pesos anuales), poco aportan a la comprensión del problema. No se repara en las horas que le roban al sueño o al descanso quienes tienen que levantarse a las cuatro o cinco de la mañana para estar en la escuela a las ocho o en el trabajo a las 10. Tampoco se considera el tiempo que escamotean a la convivencia familiar o social quienes vuelven a casa a las nueve o 10 de la noche. Se soslayan asimismo el estrés que implica, los costos adicionales y los riesgos que representa -por aquello de la inseguridad- gastar en taxis o caminar a deshoras por andurriales desolados.No todo se reduce a números. Quizás el costo mayor de la errática planificación y los deficientes servicios públicos de la ciudad en que nos tocó vivir, pueda encontrarse en el deterioro de la calidad de vida de los tapatíos. ¿Sus causas?: parte por el crecimiento incontrolable de la urbe; parte por la imprevisión de sus gobernantes de antes; parte por la escasez de recursos… y gran parte por la incapacidad de sus gobernantes actuales para revertir inercias nefastas.