Martes, 23 de Abril 2024

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- Gracejadas mexicanas

Por: Jaime García Elías

- Gracejadas  mexicanas

- Gracejadas mexicanas

En una cara de la moneda, la epopeya: la victoria de México sobre Alemania en el Mundial de futbol. En la otra, la ignominia…

-II-

Refieren las notas periodísticas que un comediante mexicano -“de cuyo nombre…”, etc.- retó a su hijo (también comediante y patiño del primero) a bajarse los pantalones frente a la tribuna; éste -¡no faltaba más…!- respondió al desafío mientras el primero interrumpía un programa en vivo en un estudio de televisión; se desconoce si la gracejada del primero tuvo consecuencias; en cuanto al otro, un elemento de seguridad intervino para sacarlo del set; un participante en el programa interrumpido pidió al oficial que lo dejara; el bufón intentó entonces envolver en su juego al agente, quien lo abrazó por la cintura y lo retiró de la zona de medios. El cómico compartió la escena, grabada por su hijo con el teléfono celular, con la apostilla de que “Los de seguridad no entienden de bromas”.

Eso, por una parte. Por la otra, la prensa también dio cuenta de que dos aficionados mexicanos fueron retirados del estadio de Moscú -en que, como es del dominio público, “las armas nacionales se cubrieron de gloria”-, el domingo, por participar ostensiblemente en el orfeón con que los fanáticos mexicanos acompañan los despejes del portero rival por considerarlo ingenioso, pero que la FIFA tilda de homofóbico; es decir, ofensivo y discriminatorio con respecto a las personas homosexuales. La misma FIFA abrió una investigación -la enésima-, y anticipa que, de conformidad con sus advertencias, la reiterada incorrección podría sancionarse no sólo con multas, como hasta ahora ha ocurrido, sino con la pérdida de puntos. O sea que los puntos que los mexicanos ganaron heroicamente en la cancha, podrían perderse vergonzosamente en la mesa… por culpa de los aficionados.

-III-

No es, lamentablemente, la primera vez que los mexicanos dan la nota discordante en eventos de esta índole. El “ocurrente” que tuvo a bien apagar la flama (“eterna”, supuestamente) en el Monumento al Soldado Desconocido, en París, en el Mundial de 1998, con un certero chisguete de orina, conserva, en esa materia, la medalla de oro.

¿No sería preferible que los mexicanos, en el extranjero, dieran la nota, si no por su refinamiento, sí, al menos, por su respeto a los símbolos, a las normas y a los encargados de aplicarlos… aunque tuvieran que sacrificar, para ello, un poco de su muy peculiar sentido del humor…?
 

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