La vehemencia con que se luchó, hasta conseguirlo finalmente, que la figura del feminicidio se incorporara a los cuerpos legales en México como un delito que pudiera sancionarse con penalidades más severas que el homicidio simple, se interpretó, en su momento, como una cruzada -valga la expresión- orientada a erradicar un patrón cultural tan atávico como ominoso: el machismo. La propuesta del Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, a la fracción de Morena en la Cámara de Diputados, de eliminar de los códigos dicho tipo penal “por la dificultad que tiene para el Ministerio Público acreditar ese delito”, pareciera, por las reacciones que ha generado, llevar la pérfida intención de dejar impune esa variante del homicidio, en perjuicio de las víctimas y su derecho tanto a la sanción del delincuente como a la reparación del daño. -II- Sin que se justifique (las únicas excepciones, consagradas en todas las legislaciones penales y morales, son la defensa propia y la acción ocurrida en el marco de una guerra justa), el homicidio intencional, al margen del sexo de la víctima, suele tener una motivación. El matiz diferencial del feminicidio, según la versión más difundida, consistiría en que el autor -casi siempre un varón- actuaría contra su víctima por ser mujer, o, según ciertas teorías, “por un sentido de tener derecho a ello o de superioridad sobre las mujeres, por placer o deseos sádicos hacía ellas, o por la suposición de propiedad sobre las mujeres”. Algo, en efecto, difícil de probar, porque difícilmente la relación entre victimario y víctima se reduce -como se aducía al incorporarse esa figura jurídica- a “razones de género”, y porque cualquier otra posible causalidad (odio, celos, venganza, riña, intención de robar…) desvirtuaría el feminicidio entendido como tal. -III- Más allá de la polémica desatada por la iniciativa de Gertz Manero, y de la oposición radical de algunas diputadas del mismo partido ante el que fue presentada (“no vamos a permitirlo…”; “es una conquista ganada…”; “no avalaremos ningún retroceso…”; “nos opondremos a cualquier reforma que vulnere los derechos de las mujeres…”), vale decir que los crímenes, en México, sólo en el curso de 2019 se incrementaron significativamente… lo mismo en perjuicio de mujeres que de hombres; que los atroces niveles de impunidad -alrededor de 95%- no se han reducido; y que lo pertinente, en consecuencia, no debe ser tanto el clamor de que “ni una más”, sino sustituirlo por otro: “¡nadie más…!”.
