Viernes, 26 de Abril 2024

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- “A sus uñas…”

Por: Jaime García Elías

- “A sus uñas…”

- “A sus uñas…”

Era previsible: si el capitán, necio y soberbio, no muestra la pericia necesaria para capotear la tormenta y evitar el naufragio, la tripulación y aun los propios pasajeros deben hacer lo conducente para evitar que se hunda el barco en que viajan todos…

-II-

No puede darse otra interpretación a los acuerdos tomados y anunciados ayer por el presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Carlos Salazar, y a las  declaraciones del presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana, Gustavo de Hoyos, tras el decepcionante mensaje a la nación, el domingo, de El Solitario de Palacio Nacional.

Se trata, en ambos casos, de las acciones puntuales que es imperativo e impostergable tomar, a la vista de las repercusiones económicas —y sociales, por ende— de la contingencia sanitaria ocasionada por el coronavirus.

Por muchas bondades que tengan los programas sociales a los que se acoge la seudo estrategia presidencial, es incuestionable que si no se protege el empleo, el salario y los ingresos de las familias; si no se sientan las bases para una reactivación de la economía y una vuelta a la normalidad en el corto plazo, la recaudación fiscal se desplomará y los cacareados programas sociales serán insostenibles. Las dádivas gubernamentales gravitan sobre el bolsillo de quienes pagan impuestos.

(En las redes sociales, donde también se dejan oír, ocasionalmente, voces sensatas, hubo comentarios como este de Salvador Hernández en “El Universal”: “El estribillo de ‘primero los más pobres’ se va a revertir cuando no haya dinero que repartir, porque se está destruyendo la planta productiva, que es la única que produce riqueza”.)

-III-

Es incuestionable, es urgente la necesidad de un gran Convenio Nacional —como lo han denominado sus promotores—, con Gobierno o sin él, que contemple la mutua ayuda entre los empresarios; del apoyo de los grandes a los medianos y de los medianos a los pequeños. Y no por altruismo ni mucho menos por vacuas argumentaciones ideológicas, sino simplemente por sentido práctico, considerando que 40 millones de asalariados en este país laboran en la pequeña y mediana empresa, y que más de 12 millones de familias dependen de la economía informal.

Saltarse las trancas y empezar a tomar medidas para hacer frente a la falta de liderazgo, de acciones adecuadas para salvar al barco y a sus ocupantes, podrá ser un gancho al hígado y un garrotazo al orgullo para alguien… Pero eso es visión patriótica. Eso es, sin más, sentido práctico.
 

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