Si alguna vez has intentado preparar papas fritas crujientes por fuera y suaves por dentro, probablemente te hayas encontrado con diferentes trucos de cocina para lograrlo. Uno de los más populares (y quizás menos conocidos) es añadir vinagre durante la cocción previa de las papas. Aunque pueda parecer extraño, este paso tiene una explicación científica y puede marcar una gran diferencia en el resultado final.Cuando las papas se cocinan antes de freírse, parte del almidón que contienen comienza a romperse. Esto puede hacer que pierdan su forma o se deshagan al momento de freírlas. El vinagre ayuda a evitarlo gracias a su acidez, que actúa como un agente estabilizador del almidón.Al agregar una pequeña cantidad de vinagre al agua de cocción (aproximadamente una cucharada por litro), las papas se mantienen firmes por fuera, creando una superficie resistente que soporta mejor la fritura. Esto se traduce en un resultado más dorado, crujiente y con menos absorción de aceite.Este procedimiento puede parecer un paso extra, pero es clave para lograr unas papas de textura perfecta, muy similares a las que se sirven en restaurantes o cadenas de comida rápida.No te preocupes: el sabor ácido del vinagre no queda impregnado en las papas. La cantidad utilizada es mínima y se evapora durante la cocción y la fritura. Su función es puramente técnica, no aromática.Además de mejorar la textura, el uso de vinagre puede ayudar a que las papas absorban menos grasa al freírse, lo que las hace ligeramente más saludables. También ayuda a conservar mejor su color natural, evitando que se tornen oscuras o grises después de hervirlas.Ponerle vinagre a las papas antes de freírlas es un truco sencillo pero muy efectivo que mejora su consistencia, color y sabor final. Gracias a la acción del ácido acético, las papas se mantienen firmes, crujientes y doradas, sin deshacerse ni absorber demasiado aceite.BB