La figura del Conde Drácula, nacida de la novela homónima escrita por Bram Stoker en 1897, ha sido una fuente inagotable de inspiración para el cine. Desde su publicación, esta obra ha dado lugar a numerosas adaptaciones en la gran pantalla, así como a múltiples reinterpretaciones del mito del vampiro. Entre todas ellas, Nosferatu ocupa un lugar especial.Aunque Nosferatu comparte una estructura similar con la historia original de Stoker, se trata de una versión libre que alteró elementos clave para evitar infringir derechos de autor. Así, en lugar del Conde Drácula, la película presenta al aterrador Conde Orlok, y traslada la acción a tierras alemanas.El largometraje de 1922, dirigido por F.W. Murnau, se considera una de las obras más influyentes del cine de terror y del expresionismo alemán. Su importancia no sólo radica en la adaptación del clásico literario, sino también en su revolucionario estilo visual y en su capacidad para generar una atmósfera de inquietud duradera.Antes del estreno de la nueva versión a cargo del cineasta Robert Eggers, conviene conocer algunos aspectos fundamentales de esta historia que ha dejado huella en la cultura cinematográfica:Robert Eggers, conocido por su fascinación por las raíces mitológicas y la tradición oral europea, será el segundo director estadounidense en retomar esta historia. Eggers ha abordado temas similares en sus cintas anteriores, como The Witch, protagonizada por Anya Taylor-Joy, y The Lighthouse, donde colaboró con Willem Dafoe, quien también tiene una participación secundaria en esta nueva producción.Sus influencias más destacadas incluyen:Con su atmósfera inquietante y su estilo visual distintivo, Nosferatu ha trascendido como una de las representaciones más duraderas del vampirismo en el cine. A medida que se acerca el estreno de la nueva versión de Eggers, estas claves permiten comprender mejor el peso histórico y estético de esta obra que sigue aterrando e inspirando, más de un siglo después del nacimiento de Drácula.Con información de SUN BB