Jueves, 28 de Marzo 2024

Entender el fenómeno de Instagram

Explora las razones por las que esta aplicación de fotografías se ha convertido en una fuente de trabajo, tendencias e innovación
 

Por: El Informador

“Sin filtro: La historia secreta de Instagram” entra profundo en los mecanismos de esta aplicación y explica el éxito que ha alcanzado a nivel social. ESPECIAL

“Sin filtro: La historia secreta de Instagram” entra profundo en los mecanismos de esta aplicación y explica el éxito que ha alcanzado a nivel social. ESPECIAL

Casi no hay teléfono inteligente que no tenga instalada la aplicación (app) de Instagram, una plataforma que ha cambiado la manera en que concebimos el tiempo libre, las fotografías que tomamos y los negocios mismos. La reportera especializada en tecnología Sarah Frier (parte del staff de Bloomberg) investigó la app a fondo, para su libro “Sin filtro: La historia secreta de Instagram”, publicado por el sello editorial Conecta.  

Desde su hogar, la autora platicó del enfoque de la novedad: “Traté de contar una historia diferente a la de los libros de negocios. Creo que muchos retratan la aventura del héroe, un tipo que intenta hacer algo y le comprueba a todos que tenía razón al construir una fortuna y el libro nos enseña a ser cómo él. Pero este libro es diferente: nos muestra cómo Instagram logró convertirse en una referencia a nuestra sociedad, modelando valores y la noción de uno mismo, del tiempo libre y de cómo nos conectamos con los otros”. Para contar esa historia, Sarah no solo habló con los altos ejecutivos de la app, sino con quienes usan la app, los excolaboradores, influencers y celebridades: “Todos los que pudieran ayudar a entender el impacto de Instagram en el mundo, no solo su negocio”.  

Sarah Frier, autora de “Sin filtro: La historia secreta de Instagram”. ESPECIAL

Para Frier, la app fue una de las primeras que “Integramos por completo a nuestra vida. Puede ir con nosotros, al restaurante, a la playa, a una fiesta con los amigos. Es la experiencia de tomar fotos y compartirlas. Eso cambia el comportamiento humano. La gente empezó a buscar actividades que eran instagrameables, sabiendo si tendrían o no buenas fotografías. Los restaurantes empezaron a preocuparse más por cómo luciría la comida en el plato. Al construir un hotel se piensa ya en las oportunidades para tomar fotos. Es la manera en que valoramos el tiempo, y cómo queremos mostrar lo que hacemos”.  

Además del comportamiento humano, también ha cambiado cómo hacemos negocios: “Es más visual. Instagram facilitó que la gente pudiera crear su marca personal, y que las marcas pudieran tener una personalidad y contar su historia en la app. Eso cambia la relación de las personas con los negocios en los que compra. Ya no solo es confiar en una empresa, ahora conocemos la historia completa: la estética, lo aspiracional del producto”. 

En las entrañas del fenómeno

En su libro, Sarah expone cómo desde un comienzo en las oficinas de Instagram se cura la información para las recomendaciones: “Lo que nos hacen creer es que Instagram es una meritocracia: si trabajas duro y tienes buen contenido y eres consistente entonces puedes convertirlo en un negocio. Pero hay mucho involucrado. Hay también personas que compiten contigo y que en esencia están haciendo trampa: compran seguidores, compran interacciones, están trabajando en una manera que no es real. Entonces mucha gente que quiere ser influencers o hacer negocio se comparan con este lado de usuarios que no reflejan la realidad. No creo que esas personas sean el problema: el sistema lo es. Todos tratan de ganarse la vida, hacen lo que pueden. Pero si el sistema lo permite, con automatización y bots, entonces no es tanto su culpa”.  

No se puede hablar de Instagram sin hablar de Facebook, en parte porque fue la competencia en unos inicios y después fue comprado por Mark Zuckerberg (quien se negó a darle a Sarah una entrevista sobre el tema, para el libro): “Se volvió más como Facebook. Muchos de los que trabajaron en Facebook ahora trabajan en Instagram. Esa cultura de crecer y crecer, asegurarse de que le ganarán a la competencia, eso ya está en Instagram. Los usuarios lo notan en la cantidad de notificaciones, las recomendaciones para seguir a más gente. Instagram era un lugar para descubrir cosas que quizá por uno mismo no encontraríamos, para sorprendernos: pero la manera de hacerlo según Facebook es presentarte cosas que ya sabes que te gustan”.  

Estos cambios, apuntó Sarah, han complicado las cosas para los usuarios que se acercan por primera vez: “Para los nuevos usuarios es muy complicado. Quizá no se sabe qué hacer. Cuando empezó era sencillo: publicabas la foto y ya. Ahora un usuario por primera vez tiene el feed regular, las historias, IGTV, reels, mensajes directos… todas las maneras diferentes de compartir. Instagram cree que necesita hacerlo para no dejarle espacio a los competidores: IGTV compite con Youtube, los reels con TikTok. Pero no es natural para la app, no funciona igual y termina siendo confuso para quienes utilizan el producto”.

Los hábitos del ahora y el mañana

Luego de comentar esta evolución de Instagram, Sarah especuló sobre el futuro de las redes sociales en general: “Eventualmente empezaremos a tener más actividad en tiempo real. Ya sucede en Clubhouse y otras apps. Pero creo que después de la pandemia tendremos una fatiga de estar en internet. Por eso podría ser que nos acerquemos a productos que nos regresen a la vida en el exterior, a las experiencias. 

Quizá volvamos más a Instagram, para poder mostrar que no estamos en casa. Ha sido raro para la cultura de Instagram este último año: la noción de presumir, ser optimista y aspiracional no tiene sentido en un mundo con la gente encerrada, enferma y perdiendo los trabajos. 

Pero al término de la pandemia estaremos anhelando el contacto humano, y apps que nos vinculen a eso”.  

Por último, Sarah Frier nos compartió algunos de sus hábitos como usuaria: “Sigo muchos hashtags de perros, también me gustan las cuentas sobre cocina, una de mis favoritas es Pasta Grannies, sobre pasta italiana. Literalmente abuelitas casi de 90 años, haciendo la pasta que han hecho toda su vida. Me gustan las cuentas que me llevan a otras partes del mundo”. 

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