Miércoles, 24 de Abril 2024

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Cuando la fiesta se trae en las venas

La pasión por la tauromaquia se ha heredado de generación en generación y los hijos de grandes leyendas han forjado su camino
 

Por: El Informador

Miguel Espinosa Menéndez

Miguel Espinosa Menéndez "Armillita", destacado miembro de la más grande disnastía torera en México. SUN/Archivo

A lo largo de todo su existir, la fiesta brava se ha encargado de maravillar a sus aficionados a través de la herencia que muchos de sus principales exponentes han dejado en México y el mundo. Los grandes maestros de la tauromaquia han dejado un legado invaluable para todos al haber heredado a sus hijos ese arte que los llevó a ser grandes, forjando dinastías cuya leyenda es digna de contar.

Prueba de esto es lo que ha ocurrido con el rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza, quien ha legado a su hijo Guillermo la oportunidad para seguir dominando el mundo del toreo a caballo y que hace unos días formó, junto a su padre, parte del cartel de la corrida de rejones que se celebró en la plaza de toros El Centenario, de Tlaquepaque.

Casos como el de los Hermoso de Mendoza forman parte de un sinnúmero de dinastías taurinas que a lo largo de la historia no sólo han alcanzado el éxito, sino que han dejado un legado que permanecerá para siempre en los recuerdos de quienes acuden cada tarde de domingo a darle vida a la tauromaquia.

El Rey y el Príncipe

Considerado como uno de los coletas más reconocidos que ha dado México al mundo, el famoso “Rey”, como se le conocía a David Silveti no sólo maravilló a los amantes de la tauromaquia con su personalísima forma de torear, sino que también heredó parte de su talento a su hijo Diego (foto), quien actualmente forma parte de la baraja de matadores mexicanos con mayores logros en los últimos tiempos. David Silveti fue nieto de Juan Silveti, torero conocido como el “Tigre de Guanajuato”. Por si esto fuera poco, su padre Juan Silveti Reinoso y su hermano Alejandro Silveti también destacaron como matadores de toros, forjando una de las dinastías taurinas más famosas del país.

De los ruedos a la pantalla y viceversa

Su temple y estilo único para torear con la muleta le valieron el mote del “mejor muletero del mundo”. Así fue la carrera del jalisciense Manuel Capetillo (foto), quien fue uno de los mexicanos que brilló con más fuerza en la década de los cincuenta con el también llamado resurgir de la fiesta brava en México. Con la peculiaridad que pocas veces se ha visto, Capetillo dejó los avíos para convertirse en cantante de música ranchera, luego regresó a los ruedos para alternar su carrera como matador de toros con el cine y la música.

Sus hijos, Eduardo y Guillermo Capetillo siguieron sus pasos como toreros y actores, aunque no corrieron con la misma suerte que su padre a la hora de pisar el albero.

Dinastía que dejó huella

Uno de los apellidos más famosos y resonantes cuando se habla del mundo del toro es sin duda el de los Espinosa, dinastía que hasta la fecha sigue dando de qué hablar. Fue quizá Fermín Espinosa “Armillita Chico” quien se erigió como el más relevante de todos los matadores que diera esta familia al brillar en México y en España en la década de los treinta y los cuarenta, cuando se expulsó a los matadores mexicanos del país ibérico a causa de ser mejores exponentes que los propios españoles.

Hijo de “Armillita Chico”, Miguel Espinosa (foto) se convirtió en uno de los coletas más seguidos por la afición en la década de los ochenta. Heredero de la sabiduría de su padre para los pases naturales, Espinosa tuvo tardes de gloria en plazas como la México o la Monumental de Aguascalientes.

Apellido de peso

Abuelo, tío y sobrino dieron a conocer que el linaje de la fiesta brava ha estado presente en sus venas a lo largo de la historia. Fermín Rivera fue uno de los toreros que mayores logros obtuvo en suelo mexicano durante la década de los cuarenta, alternando con personajes como Silverio Pérez y “Armillita Chico”. Rivera fue padre del también popular “Curro” Rivera, quien en los setenta fue el rostro del toreo mexicano gracias a su carisma y capacidad para ocasionar que el público lo siguiera a donde fuese.

El apellido Rivera tuvo a su tercer exponente en Fermín Rivera Agüero (foto), nieto de Fermín y sobrino de “Curro”, quien actualmente lucha por sobresalir entre los diestros mexicanos que combinan experiencia y juventud.

De Alicante para el mundo

A nivel internacional, uno de los apellidos más rimbombantes entre generaciones es el de los Manzanares, quienes irrumpieron con fuerza en la Fiesta para dejar una huella imborrable.

José María Dols, también conocido como José María Manzanares fue considerado como una de las grandes figuras históricas de la tauromaquia, al grado de haber registrado la increíble cifra de más de dos mil corridas.

Fue su hijo, José Mari Manzanares (foto) quien continuó con el legado de su padre, convirtiéndose en figura mundial del toreo.

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