La música, la maestría dramática, el poder de la voz usada como instrumento y la esencia de lo mexicano se apoderaron de Guadalajara la tarde del domingo en el Teatro Degollado, con el aguardado restreno de "El orgullo de Jalisco". La pieza es una zarzuela que estuvo perdida durante casi ocho décadas, y que renació en un evento de lujo en el que estuvieron presentes autoridades -como el Gobernador Pablo Lemus- y el mismo Plácido Domingo para ser testigo en persona de un legado musical e histórico de una obra que, a pesar de haber estado inspirada en Jalisco, es la primera vez que ve la luz aquí. El Teatro Degollado estaba a rebosar, con gente de todas las edades entrando y saliendo, conversando y dando sus respectivos puntos de vista y expectativas, de modo que entre las hileras de asientos y palcos se palpaba el entusiasmo por lo que estaban a punto de presenciar. Las voces fueron acallándose cuando la puesta en escena fue dando lugar a una historia típica de los dramas de la Época de Oro del Cine Mexicano; el regreso a Guadalajara de "Paco Aldana" -apodado "El orgullo de Jalisco"-, y su rencuentro con "Cristina", un viejo amor inconcluso, cuyas cenizas siguen ardiendo dentro de ambos. No obstante, el romance atravesará sus obstáculos, pues "Don Florencio", el tío de Cristina -interpretado por Leopoldo Falcón- le hará creer a "Paco Aldana" que se ha casado con su propia sobrina. La llegada de "Kitty", una estadounidense que también irá tras "Paco", complicará la situación entre los enamorados, en toda suerte de enredos, celos, humor y picardía. Situada en la Perla Tapatía en 1940, la zarzuela gira en torno a los desencuentros amorosos que genera el retorno del charro en un barrio tradicional de Guadalajara, con personajes populares y típicos.El Degollado se convirtió en una fiesta grande, con una puesta en escena que llevó a todos los espectadores a un viaje de regreso a la tradición y el pasado en el arte de la zarzuela, género que en su momento fue muy apreciado en México. La escenografía recreaba listones de papel picado, equipales, un pozo de piedra en el centro de un patio, arcos de pueblo, mientras que los personajes iban y venían vestidos con trajes de charro y china poblana, con moños coloridos y faldas largas, cantando y gritando, zapateando en la madera del escenario con la Catedral de Guadalajara como telón de fondo, y entre puestos de birria y cantinas tequileras.Con más de 130 artistas, y la música alegre de diversas agrupaciones, como la Orquesta para la Escena, la Orquesta Típica de Jalisco, el Coro del Estado, el Estudio de Ópera de la Secretaria de Cultura, entre otros, el escenario era un caleidoscopio masivo de talento y de fiesta, de enredos y comedias que mantenían al público, entre suspiros y risas, con la mirada fija y las sonrisas grandes, todo con el desenredo amoroso de "Paco Aldana" y "Cristina", interpretados de manera magistral por Luis Ledesma y Nancy Fabiola Herrera, cuyas voces potentes volaban como pájaros de sonido por encima del público, voces que iban desde lo operístico hasta el canto desgarrador de las rancheras.Fue una celebración mexicana, pero sobre todo, una tarde memorable por la conjugación de muchas cosas inusuales y épicas. Plácido Domingo no se limitó tan solo a ser un espectador, y para gusto y regocijo del público, el tenor apareció en el escenario en el tercer acto, en la conclusión de la historia de amor, llevando la fiesta a la cúspide de la noche frente a los tapatíos atónitos, que lo recibieron con gritos y aplausos, mientras la música y los aplausos subían de intensidad, y la fiesta adquiría más volumen, y los acordes elevaban la historia a su desenlace lleno de color y canto.Fue una sorpresa para todos, pues a pesar de que ya se había anunciado de que Plácido Domingo estaría presente, no se había dicho cómo, ni de qué manera. Vestido de charro, con su sombrero tradicional en mano, la voz del maestro fue el mar de experiencia en el que armonizó la noche entera: el Degollado se quedó en silencio absoluto mientras el tenor entonaba "Ojos tapatíos", con una voz que es de las más aplaudidas en el mundo. El público se rindió al maestro sin remedio. El mismo Plácido Domingo pulió los detalles últimos de la puesta en escena antes de que se presentara al público, y vino a Guadalajara tan solo para estar en el estreno, pues la obra tiene una relación directa con su historia de vida. Su madre, doña Pepita Elbil, leyenda de la zarzuela, fue la protagonista original, pues dio vida a "Cristina" cuando la obra se estrenó en 1947 en la Ciudad de México. Más aún: Federico Moreno Torroba, compositor de la obra, pensó ese personaje específicamente para ella."El orgullo de Jalisco" es una zarzuela que fue escrita por el compositor español Federico Moreno Torroba, con libreto de Antonio Guzmán Aguilera, y la cual se estrenó en la Ciudad de México en 1947. Aunque la historia se situaba en nuestro estado, en un barrio originario de Guadalajara, la obra como tal jamás vio la luz en Jalisco, y se perdió en el transcurso del tiempo, hasta quedar prácticamente desaparecida. Medio siglo más tarde, el musicólogo, Rooney Josué Hernández Villanueva, halló la partitura de "El orgullo de Jalisco" en el año 2020, en los Archivos de la Escuela Superior de Música del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, (INBAL), y se dio a la tarea de estudiarla, restaurarla, y regresarla a la vida. Con el apoyo en conjunto de la Secretaría de Cultura del Estado, "El orgullo de Jalisco" renació 78 años más tarde, bajo la dirección musical de Allen Vladimir Gómez Ruiz y con puesta en escena de Leopoldo Falcón. La creación de "El orgullo de Jalisco" fue resultado del exilio de artistas y músicos españoles que encontraron refugio en México durante la Guerra Civil, pero esta pieza en particular es única por la fusión que hace de la música española con la tradición jalisciense del mariachi, el ranchero, y el son. Es importante destacar que la zarzuela, en su momento, fue un género muy querido por el público mexicano, y que se volvió muy popular desde finales del siglo XIX y a lo largo de la primera mitad del XX. Esto se debió, en gran medida, a la estrecha relación cultural con España y a la llegada constante de compañías teatrales que presentaban sus montajes en recintos importantes.Para el público mexicano, resultaba un espectáculo accesible y atractivo porque estaba en español, lo que lo distinguía de la ópera italiana o francesa, y porque los argumentos retrataban personajes y situaciones cercanas a la vida común, con un lenguaje sencillo y humorístico. EE