De la política a la literatura, un proceso inesperado

Eduardo Rabasa empezó en el mundo de la literatura como editor y fundador de “Sexto Piso”, casa editorial mexicana donde lleva ya 15 años trabajando y que se presenta usualmente en la feria. Este es el segundo año en que Rabasa también cumple el doble papel como autor, presentando su nueva obra “Cinta Negra”, novela que trata de forma divertida y sincera el mundo competitivo y hasta retorcido, que es el ascenso profesional.

Su inclinación a la literatura comenzó como un “accidente” circunstancial, donde una crisis personal lo impulsa a probar el mundo de la escritura, tratando de encontrar una conexión entre su mente y su cuerpo, que en ese momento de su vida parecían sufrir una disociación. “Mi cabeza estaba completamente descontrolada y no sabía cómo centrarme, la sentía ajena y a mí mismo extraño, la pregunta era ¿cómo es posible una mente y un cuerpo, que son la misma persona, se sientan tan alejados?”

"El trabajo de leer es importantísimo y a la hora de escribir, dejarte llevar por ello".

Uno de los nombres que lo acercaron al amor por la literatura fue George Orwell, autor que leyó desde muy joven y creó gran impacto en él, acompañándole en su camino universitario dentro de las ciencias políticas, además de ser uno de los autores de libro, con los que inició el camino de su casa editorial. “No necesariamente hay un nexo entre ciencias políticas y la literatura, pero los temas que escribo hablan de cómo afectan los sistemas socio políticos en las narrativas de nuestro tiempo, a la psique de los individuos, son temas que a final de cuentas me parecen muy políticos”.

Conversar con el autor es encontrar una propuesta distinta al estereotipo serio que se tiene dentro del mundo literario, siendo un amante de la música y con una ligera aversión a los sistemas políticos en contraparte a sus estudios, aconseja también a los nuevos talentos del mundo de las letras: “El trabajo de leer es importantísimo, y a la hora de escribir, dejarte llevar por ello, no hacerlo por frivolidades como premios o corrientes ajenas, permitir que el ejercicio fluya sin que se contamine por modas o la expectativa de lo que pueda pasar después”.