Para Ana Clavel el corazón tiene múltiples rostros y sentimientos. No solo se trata de las pasiones y deseos a los que, por años y tradición, se les ha condenado como principal significado y función, en especial, si siempre se mira desde lo emocional.Descubrir qué es lo que mueve a un corazón a punto del suicidio o nadar en las profundidades del alma de un asesino es parte de la propuesta de Ana Clavel en su más reciente publicación “Breve tratado del corazón”, cuarteto de cuentos en los que la escritora hace un recorrido mediante la ficción y la documentación sobre los claroscuros que el corazón tiene para desencadenar emociones.“Tenía la historia de un hombre que es sometido a una operación y después de la intervención no vuelve a ser la misma persona, esa anécdota es real de un conocido mío, y me puso en una perspectiva para explorar el tema del corazón. (A este órgano) siempre le hemos adjudicado una carga muy fuerte como asiento de las pasiones, deseos, emociones y espiritualidad”.Animada por hacer una revisión sobre las perspectivas que puede tener el tema del corazón más allá de lo pasional y amoroso, Ana Clavel —autora de ‘El amor es hambre’ y ‘Las ninfas a veces sonríen’— da vida a cuatro personajes que son llevados al límite, siempre relacionados entre la vida y la muerte, y cómo sus experiencias de salvación o fatalidad permiten entender, abrazar y transitar a nuevas condiciones desde lo narrativa y la ficción.Aunque el juicio del lector también determina un poco sobre las lecturas finales que se tienen de los personajes y la valía que “las cosas del corazón” tienen sus vidas y decisiones, “Un breve tratado” transita por temas que resultan constantes en sus párrafos: búsquedas personales, el sentido de la vida, creencias y esa urgencia por encontrar respuestas y justificaciones a nuestra existencia.Agrega que “todo me fue llevando a la perspectiva de que en realidad la verdadera lámpara de los deseos, tal y cómo nos la manejaban en ‘Las mil y una noches’, no es un objeto de metal estilizado, sino que en realidad es nuestro propio corazón. Fui indagando en este asiento de los deseos, de las funciones que nos llevan siempre a buscar nuevos caminos”.
