Un verdadero crossover

En estos días, muchos utilizan el término crossover para definir a sus vehículos. El detalle es que muy pocos realmente merecen esa distinción. Algunos sólo son subcompactos altos. Otros más, son SUV (o vehículos deportivos utilitarios, por sus siglas en inglés) chicas. Pero el Seat Altea Freetrack es un verdadero crossover, un vehículo que mezcla lo mejor de los dos mundos, entre un sedán y una SUV, sin ser ni lo primero, ni lo segundo.

Durante los 90 días que tuvimos a prueba el Altea Freetrack, aprendimos a quererlo. Porque es un vehículo agradable en casi todos sus aspectos. Primero, a la vista. Su carrocería elevada, con detalles en color gris oscuro, no son precisamente una novedad, pero le caen mucho mejor que a otros vehículos. Hay una intrigante suma de curvas y ángulos agudos que la hacen verse moderna, vanguardista, atrevida. En la calle, arranca miradas y uno que otro gesto de admiración. El señor que pasa en una Touareg nos levanta el pulgar en señal de aprobación. La muchacha del Beetle amarillo nos muestra el anillo formado por sus dedos indicador y pulgar, también mostrándonos satisfacción por lo que ve. Hasta el muchacho que limpia el cristal de los autos en la misma esquina por la que pasamos todos los días, nos regala una sonrisa ancha, abre los brazos y nos dice: “Mira nada más lo que traes ahora…. Qué bonita”. Y eso que no la vieron por dentro.

Es que el interior de la Freetrack es aún más agradable que su vista exterior. Para empezar, casi no hay que agacharse para entrar o “escalar” para salir. Luego, los terminados son excelentes, mostrando el cuidado en la elección de materiales que caracteriza a los vehículos de Seat. La posición del conductor es bastante buena, aunque la visibilidad se compromete un poco hacia las esquinas por el grosor del pilar A, que sostiene el parabrisas, bien como hacia atrás, debido a que la llanta que es puesta en la tapa del medallón, también obstruye la vista. Pero sin esa llanta (hay versiones de la Freetrack sin ella), el vehículo pierde un poco de su aire rudo, que es precisamente lo que gusta a la gente, que probablemente nunca la use para nada más radical que pasar por un tope.

Los asientos tienen una excelente sujeción lateral y apoyan muy bien al cuerpo. Los viajes largos con la Freetrack son muy placenteros por ello, bien como por su elevado nivel de equipo que desde la versión básica incluye comunicación Bluetooth para el celular y quemacocos. Hay aire acondicionado digital; cristales, seguros y espejos con accionamiento eléctrico; consola central con un buen compartimento para guardar objetos y la más que útil tapa para ocultar lo que traigamos en la cajuela.

El acceso al área de carga, debido a la llanta puesta en la trasera, es algo complicado. Hay que jalar una manija horizontal para desplazar la rueda hacia la izquierda, para luego usar la manija disfrazada de logotipo de Seat, para abrir hacia arriba la tapa de la cajuela. Esta tapa es, como en muchos hatchbacks, una fuente de ruidos que afloran cuando pasamos por pisos irregulares. Es, empero, una molestia menor en un vehículo bastante placentero.

Seat usa para México el motor 2.0 TFSI, turbo, con cuatro cilindros y 200 caballos de fuerza. Es una máquina poderosa, capaz de darle al Freetrack un manejo con espíritu y deportividad. El lado negativo es la larga espera para que el turbo entre en acción, que hace que las arrancadas diarias en los semáforos, sean algo menos sabrosas de lo que esperábamos. Pero una vez que la turbina entra en acción, más de un “deportivo” sólo será capaz de mirar al Freetrack por detrás.

La caja es automática de doble embrague, la premiadísima y muy elogiada DSG. Es rápida y suave, agradando tanto a los que buscan velocidad como a los que prefieren suavidad. Una de las mejores cajas del mundo, sin duda. Además, se le puede poner en el modo “sport”, que deja el vehículo mucho más vivo, algo que será muy útil en una carretera sinuosa, donde el Freetrack muestra otra de sus inesperadas virtudes, como la magnífica estabilidad.

Durante nuestras pruebas, el Freetrack nos dio también una muy buena economía de combustible, haciendo un promedio de uso urbano —que es, finalmente, lo que hacemos la mayoría— de 8.4 kilómetros por cada litro de gasolina. Para que fuera ideal, sólo si pudiera usar Magna en lugar de Premium. No se puede todo en la vida.

Fueron tres meses de contar con un vehículo cómodo, rápido, equipado, bonito, bien hecho, económico y confiable. Son tantas las virtudes del Freetrack, que sus pequeños detalles se quedan en el olvido. Lo que no se nos olvidará es su presencia aquí, que ya extrañamos antes mismo de que se tenga que ir.

Sergio Oliveira

Ficha Técnica

Seat Altea Freetrack

Motor: Frontal transversal; cuatro cilindros en línea; 2.0 litros de desplazamiento; Turbo; 16 válvulas; con inyección directa de combustible. Potencia: 200 cv @ 5,100 rpm / Torque: 280 newton-metro @ 5,000 rpm.

Tracción: Delantera.

Transmisión: Automática de seis velocidades (6+R), con modo manual.

Suspensión: Delantera – Independiente, de tipo McPherson, con triángulo inferior y barra estabilizadora. Trasera – De eje multibrazo, con resortes helicoidales.

Frenos: De discos ventilados adelante y de discos sólidos atrás, con sistema antibloqueo (ABS) y asistente de frenado (EBA).
Dirección: De piñón y cremallera, con asistencia electromecánica.

Dimensiones y capacidades:

Largo / Ancho / Alto (mm)

4,493 / 1,788 / 1,622

Distancia entre ejes: 2,576 mm

Peso: 1,531 kilogramos.

Tanque- 55 litros.

Cajuela- 532 litros.

Precio: 293,000 pesos

Resultados de la prueba realizada en el Autódromo Guadalajara:

Aceleración 0 a 100 km/h en 9.2 segundos

Frenado de 100 km/h a 0 en 40 metros

Cuarto de milla en 15.69 segundos a 144.3 km/h

Velocidad máxima gobernada: 216 km/h