Jueves, 09 de Octubre 2025
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Preposadas

Una fiesta con los otros pelmazos de la oficina o del salón de clases que es exactamente igual a las posadas

Por: EL INFORMADOR

Todos aquellos que hablan del ‘maratón Lupe-Reyes’, son los mismos que pusieron en pie el término ‘preposada’. EL INFORMADOR / F. Atilano

Todos aquellos que hablan del ‘maratón Lupe-Reyes’, son los mismos que pusieron en pie el término ‘preposada’. EL INFORMADOR / F. Atilano

GUADALAJARA, JALISCO (06/DIC/2015).- A veces nos gusta utilizar prefijos para que las frases nos queden estilosas. Hablamos, por ejemplo, de “precopeo”, concepto rarísimo que quiere decir “copas que se toman antes de ir a beber otras copas”. Esta curiosa idea permite que mi amigo H, que es un borracho absoluto, asegure que ahora bebe mucho menos, porque ya nunca llega “a la fiesta” sino que se queda en el puro “precopeo”. Claro: durante ese prolegómeno se embucha cinco whiskitos y otras tantas cervezas y queda listo para sentencia: lo suben a un taxi y se va, como decían los antiguos, a dormir la mona. Pero lo bueno es que nunca pasa del “precopeo”…

Otro concepto fascinante es el de “preposada”, es decir, una fiesta con los otros pelmazos de la oficina o del salón de clases que es exactamente igual a las posadas, o sea, que hay en ella papitas, chicharrones de harina, cumbias y banda y mucho trago, pero que se organiza antes de que comiencen las posadas oficiales, es decir, el novenario previo a la Navidad: del 16 al 24 de diciembre. Todos aquellos que hablan del “maratón Lupe-Reyes”, esa seguidilla de fiestas que va del día en que los fieles festejan a la Virgen de Guadalupe (12 de diciembre) al Día de Reyes, ya el 6 de enero, son los mismos que pusieron en pie el término “preposada”. Puro estilacho, como se ve.

Otro uso fascinante del prefijo se da en un término cucho pero cada vez más utilizado por los cinéfilos: “precuela”, es decir, una historia que se produce antes que otra originalmente presentada al público. “Precuela”, por ejemplo, es la trilogía entera de “Episodio 1” (y 2 y 3) de Star Wars, que fueron escritas en su forma final y terminaron siendo filmadas añales después que los episodios 6, 7 y 8, las películas clásicas de la franquicia, y que sirven para narrar los acontecimientos que dieron pie a aquellas otras aventuras. Sin atender a la etimología de la palabra “secuela” (que no debería ser dividida en el falso prefijo “se” y en el vocablo, ya sin sentido en el contexto, “cuela”), la crítica periodística gringa acuñó la palabreja en los años cincuenta del siglo pasado (según me cuenta el dios Google). Y los enteraditos nacionales se la apropiaron sin reflexionar un momento en la barbaridad que replican. “Precuela”, pues.

Una variación académica que es cuando menos controvertida es la de otra palabra de la familia: “prerrequisito”, que se refiere a los requerimientos que deben ser cumplimentados por un aspirante a ingresar a un programa de estudios superiores antes siquiera de que le permitan intentar cumplir con los requisitos ya propiamente dichos. Aunque aquí no hay un uso carnicero del idioma, no deja de ser notable que alguien decidiera establecer que no habría “requisitos de primera fase” y “requisitos de segunda fase” (o los que se requieran), sino que decidió cortar por lo sano y llamarlos “prerrequisitos”, quizá para que los aspirantes no sientan que ya consiguieron poner un pie en el programa por el que suspiran. Nadie nos dirá, nunca, “me quedé en los purititos prerrequisitos”: dirá que lo rechazaron incluso antes de la caseta de entrada.

Una peculiar consecuencia de una vida tan llena de innovaciones tecnológicas y sociales como la que vivimos es esa: el lenguaje se llena de neologismos. En ocasiones, son palabras tan horrorosas como las que hemos enumerado. En otras, sobreviven y campean entre nosotros como ciudadanas de pleno derecho, aunque tengan un pasado oscuro. Bistec, por ejemplo, que nos parece tan normal, no es sino “beef steak” traducido por un cavernario. Pero así se hacen los idiomas.

Tapatío

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