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La mira en los Pinos

La elección de 2015 es la primera estación de cara a la renovación presidencial. Unos comicios con muchas lecturas al interior de los partidos políticos

Por: EL INFORMADOR

La cita con las urnas este año será crucial para medir las fortalezas de los aspirantes a Los Pinos. EL INFORMADOR / S. Mora

La cita con las urnas este año será crucial para medir las fortalezas de los aspirantes a Los Pinos. EL INFORMADOR / S. Mora

GUADALAJARA, JALISCO (10/MAY/2015).- Andrés Manuel López Obrador sale en todos los spots de Morena. Nos dice que la corrupción nos ha llevado al “despeñadero”. Marcelo Ebrard, reciente fichaje de Movimiento Ciudadano, ya aparece como la cara más visible del partido de Dante Delgado. Miguel Ángel Mancera ya se quitó de encima a Ebrard, le cerró los caminos a René Bejarano y tras su acuerdo con los “Chuchos” es el aspirante presidencial más fuerte del PRD. Rafael Moreno Valle se mueve para apoyar a candidatos panistas en todo el país a golpe de cartera abierta. Manuel Velasco se casa con una actriz y hace de su matrimonio un evento nacional. Miguel Ángel Osorio Chong y Luis Videgaray “están de la greña” un día sí y el otro también, sus pugnas en el gabinete son un “secreto a voces”. ¿No es muy temprano para que los aspirantes a la Presidencia muevan sus fichas? ¿Qué tanto define la elección de junio las posibilidades de unos y otros para alcanzar la candidatura presidencial?

¿Otra vez el “Peje”?


La arena de la izquierda es la más movediza. La división es muy profunda, más por ambiciones personales que por contraste de proyectos. No fueron pocos los que vieron en la salida de López Obrador del PRD, una posibilidad para que el sol azteca se redefiniera sin la presencia del que ha sido su candidato presidencial en las elecciones de 2006 y 2012. Sin embargo, no hubo tal reacomodo. El distingo entre Morena y el PRD, o incluso entre el PT y MC, es simplemente táctico: la disposición o no a pactar con el Gobierno de Enrique Peña Nieto. No hay un debate ideológico, sino una postura en torno al proyecto reformista del Presidente y el tipo de oposición a ejercer.

Actualmente existen tres políticos de izquierda bien posicionados de cara a 2018. Andrés Manuel López Obrador con Morena que marca para esta elección intermedia entre 10 y 12% en las distintas encuestas. Miguel Ángel Mancera con el PRD que marca entre 12 y 16% en los estudios demoscópicos, y Marcelo Ebrard que encabezaría a un MC con unos cuatro puntos porcentuales. Es decir, si sumamos a todo la izquierda, la intención de voto, al día de hoy, está entre 26 y 32%, una cifra nada despreciable. Representa más intención de voto que en 2009, cuando toda la izquierda logró poco menos de 20% de los votos.

La lógica en la izquierda es simple: unidos son competitivos, separados serán fuerzas testimoniales. Por ello, Morena y el PRD se juegan en esta elección quién será el que encabece las negociaciones para una posible candidatura de todos los partidos de izquierda en 2018. Si Morena supera en votos al PRD, y le logra quitar fuerza en bastiones como las delegaciones o la asamblea del DF, López Obrador será el que lleve la voz cantante de las negociaciones. Ebrard jugará un papel de bisagra, pero luce complicado que el ex jefe de Gobierno pueda encontrar buenos términos con el PRD, estaría mucho más cercano de Morena y de López Obrador. Lo demuestra la presencia de Mario Delgado, en el partido del “Peje”.

Las “vencidas” en el PAN

En el PAN, la pugna también es entre tres. Gustavo Madero, quien seguramente será el coordinador de los legisladores del PAN en la Cámara Baja, y que en alianza con Ricardo Anaya tienen un importante control del Consejo Nacional y de los candidatos a diputados a nivel federal. Rafael Moreno Valle, gobernador de Puebla, y que tiene ambiciones reales de ser el candidato presidencial del blanquiazul (recordar que Moreno Valle llegó a la gubernatura con una alianza entre PAN y PRD). Es pragmático por naturaleza y respalda una política de alianzas ambiciosa. Y Margarita Zavala, la cara mejor posicionada del calderonismo, y que de acuerdo a la mayoría de las encuestas, posee buena imagen entre los panistas y entre la población en general. Sin embargo, la pérdida de peso del calderonismo ha provocado que juegue un rol secundario en la política nacional, aunque las apuestas del grupo político están depositadas en la candidatura de Luisa María Calderón a la gubernatura de Michoacán.

Como señala una fuente cercana a la realidad nacional del PAN, la pugna real por la candidatura se dará entre Margarita Zavala y quien resulte más fuerte del encontronazo entre Moreno Valle y Madero. Estos últimos, comparten posiciones, fortalezas y fichas. Por lo tanto, la elección de 2015 será fundamental para determinar los equilibrios políticos entre ambos personajes. Gustavo Madero se juega su carta fuerte en la elección de los diputados del PAN, en construir una bancada sólida que condicione negociaciones con Los Pinos. Es decir, ejercer desde San Lázaro, una función similar a la que desempeñó como presidente del PAN en el marco del Pacto por México. El objetivo de Madero es que la cancha política se mueva de las dirigencias a los parlamentos, para así negociar presupuestos federales, estatales y municipales con el claro propósito de construir su candidatura presidencial.

Moreno Valle, por el contrario, depende de las alianzas que ha construido en municipios y distritos, con la intención de tener relevancia en las discusiones en San Lázaro y también trazar algunas rutas de acuerdo para alianzas electorales, ya sea con el PANAL, o incluso no se descarta que con el PRD. Todo indica que Moreno Valle podría constituir una tercera vía al interior del PAN, ante los conflictos entre el calderonismo y el maderismo.

El juego del “tapado”

En el PRI, el juego del tapado prevalece. Sólo Manuel Velasco, gobernador de Chiapas, ha levantado la mano con rotundidad. Aunque, hay que decirlo, lo ha hecho más desde la trinchera del Partido Verde, que actualmente es ya un satélite del PRI. En el tricolor, el Presidente llevará el “sartén por el mango” hasta que se nombre a su posible sucesor. Partiendo de la forma en que Peña Nieto toma decisiones, todo parece indicar que no permitirá que un candidato saque la cabeza prematuramente. Como lo hizo en el Estado de México, cuando eligió a Eruviel Ávila como su sucesor, Peña Nieto extendió los plazos y cicatrizó adecuadamente las heridas. Sin embargo, en aquel momento, Peña Nieto tenía “mucho futuro que vender”, los derrotados sabían que tenía una alta posibilidad de ser el Presidente del país. Ahora las condiciones son distintas y eso podría influir en la decisión del Presidente.

Existen al menos cuatro aspirantes a la Presidencia: Miguel Ángel Osorio Chong, Luis Videgaray, Manuel Velasco y Eruviel Ávila. Los cuatro reconocen en el Presidente a su gran líder. La disputa al interior del gabinete entre los primeros dos, el secretario de Gobernación y el titular de Hacienda, es más que evidente. Ambos se asumen como los sucesores naturales de Peña Nieto, y con la seguridad así como con la cartera, han también puesto a los gobernadores en su lugar. Saben que después del Presidente, los “barones” estatales son un factor decisivo para el nombramiento del candidato del PRI a Los Pinos.

Asimismo, a pesar de la disciplina del PRI y la verticalidad de este partido político, lo que es innegable es que Peña Nieto tiene tres años para levantar su sexenio. Un Presidente con niveles de aprobación entre 35 y 40% se convierte en una carga para el partido y, por lo tanto (como le pasó a Felipe Calderón quien maniobró para poner a Cordero como su sucesor), pierde control de la sucesión, se convierte en el “pato cojo” para usar el concepto americano. Sólo la recuperación de la imagen del Presidente y su capacidad para poner de acuerdo a los gobernadores, le dará a Peña Nieto control sobre su partido y la designación de su sucesor. No olvidemos que ni Ernesto Zedillo, ni Vicente Fox y menos Felipe Calderón pudieron imponer a su candidato a la Presidencia.

Faltan más de mil días para la renovación de la Presidencia de la República, pero la cita con las urnas de junio de este año será crucial para medir las fortalezas y las debilidades de los aspirantes a despachar desde Los Pinos. En la izquierda, la elección intermedia será la cancha que defina los incentivos para pactar o seguir peleados de cara a 2018. Si nos remitimos a los actores, todo parece indicar que el único que puede poner en sintonía a Mancera y a Ebrard, es López Obrador. Sin embargo, mucho dependerá de quien saque más votos, el PRD de los “Chuchos” o el Morena de López Obrador (y el DF es fundamental). Y cuánto vale un MC con Ebrard como aspirante presidencial. En el PAN se abren muchos escenarios en donde los calderonistas tienen buenas posibilidades de resurgir con las gubernaturas, mientras que Moreno Valle y Madero centran sus ojos en la estructura del partido y en la capacidad de negociaciones desde la Cámara Baja. En el PRI, la sucesión dependerá del control que tenga el Presidente de la República para contener a los gobernadores e incrementar su autonomía para nombrar al candidato del oficialismo. Mucho de eso se juega en 2015, por ello son elecciones con la mira puesta en Los Pinos.

Tapatío

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