La colonia que llegó tarde al Génesis

GUADALAJARA, JALISCO (23/JUN/2013).- Las pipas hidrantes, las mangueras y los cables eléctricos están entre los pocos negocios que prosperan en la Mesa Colorada Poniente, una colonia miserable y marchita de Zapopan. La mayoría de sus fundadores llegó tarde a la zona metropolitana de Guadalajara —hace unos 40 años—, y el barrio llegó más tarde todavía al Génesis del progreso urbano. Acá la luz se hizo en sólo algunas calles y aunque hace un lustro un gobernador dijo: “Hágase el agua”, el agua nunca se hizo.

Por eso, los camiones cisterna son muy comunes en esta meseta de tierra rojiza, donde las mangueras y los cables eléctricos se venden por kilómetros.

Como tampoco hay drenajes entubados, algunas calles sin pavimento sirven de drenaje. Ahí va la suciedad, corriendo abajo, atascándose en charcos, saciando la sed de los perros acalorados, volviéndose polvo nocivo.

Hasta hace dos años los desposeídos del universal derecho al agua pagaban por el líquido lo mismo, o más, que los habitantes de los barrios de lujo; unos 500 pesos mensuales, por el contenido de dos pipas, que almacenaban en tambos de lámina o plástico, de esos que nunca tuvieron tapadera. Ahora la gente se ha avivado y se coopera para comprar metros y metros de manguera de jardín, que conectan a las pocas tuberías por las que la vida fluye. Como si fueran un elemento de la naturaleza, las mangueras de jardín verde oliva y negras se extiende sobre metros y metros de calles sin empedrar, haciendo cortes perpendiculares para entrar por los corrales o bajo los portones de lámina de algunas viviendas.

Lo malo del caso es que cuando uno de los muchos que comparten manguera abre la llave: los otros se quedan sin agua, relata Alejandra Ramírez, una de las afectadas.

Lo mismo ocurre con la luz. La poca y temblorosa que llega a las zonas más altas del barrio es robada.

Y es algo curioso, porque desde el 15 de septiembre de 1993, la Mesa Colorada es la sede de los 240 millones de vatios que —según la Comisión Federal de Electricidad—, genera la planta Valentín Gómez Farías, instalada a unas cuantas cuadras de la casa de Alejandra.

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La Mesa Colorada Poniente es un escenario impecable para una campaña política.

Están los candidatos ansiosos por obtener votos. Están los votos de unas cinco mil personas de tres generaciones que jamás han abierto el grifo ni encendido el foco –y en últimos tiempos cinco mil votos son un manjar—. Está la esperanza de muchos. Y están las misma promesas de siempre: “Ahí viene el agua”, “Ya mero les llega la luz”.

Miércoles 28 de mayo de 2008. Un grupo de representantes de los más pobres de la Zona Metropolitana de Guadalajara llega al lote Los Guayabos de la Mesa Colorada, a bordo de una docena de autobuses de turismo, cortesía de los impuestos ciudadanos. Los impuestos también han pagado un espectáculo de lucha libre, y sabe cuántos cientos de tacos dorados y refrescos de dos litros. El entonces gobernador de Jalisco, Emilio González, está eufórico. El motivo de la fiesta es el anuncio del programa “Todos con agua”, que, promete, beneficiará a medio millón de habitantes de la urbe.

Con tono de pastor evangélico, Emilio promete más: en cuatro años, todos los presentes dejarán de ser pobres; chance y hasta serán felices: “Y tú que eres pobre, yo te digo: este es el gobierno de los pobres, para que dejen de serlo. Y tómale una foto a tu colonia, porque cuando mi gobierno termine no la vas a reconocer, de lo digna y bonita que va a quedar”.

Junio de 2013. Al partido de González Márquez, Acción Nacional, se le acabó el tiempo; lo sustituyó el Revolucionario Institucional.

Hoy, las fotos de la Mesa Colorada Poniente salen sobreexpuestas: no hay un árbol que haga sombra. Salen brumosas: a falta de drenajes la caca flota en el aire. Enredada de los mil diablos: con hasta 400 metros de longitud, los diablitos para robarse la electricidad dibujan el horizonte. Las fotos muestran gente cabreada: “Qeremos AGUA”, exige el grafiti de una barda del barrio.

Y acá todos siguen pobres.

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Después de mayo de 2008, un ejército de trabajadores levantó las calles de tierra, instaló tubos, conectó mangueras, pero cuando los beneficiados abrieron la llave se quedaron en las mismas que antes. Tras cinco años las tuberías siguen ahí, al pie de las casas. Están ajadas y tan calientes que ni las hormigas se meten en ellas.

“Nomás nos volaron. Pusieron la red, pero seguimos secos”, lamentaba, hace dos años Cecilio Lara, un comunero con 30 años de antigüedad en la zona.

De Los Guayabos hacia el Poniente nadie tiene agua. Aún así, varios reciben, puntual, el cobro del Sistema Intermunicipal de Agua Potable y Alcantarillado (SIAPA).

El tema dinero se ha vuelto un asunto incómodo en el SIAPA.

Durante la administración 2007-2010, el organismo contrató un crédito por casi mil 200 millones de pesos con el Banco Interamericano de Desarrollo.

En la teoría, la millonada iban a servir para “Todos con agua”, que llevaría el servicio a 331 colonias de toda la ciudad, según anunció el gobernador aquel 28 de mayo. En la práctica, se presume que el entonces director del SIAPA, Rodolfo Ocampo, se prestó 280 millones y, contra la ley, los invirtió en la Bolsa Mexicana de Valores, con tan mala suerte que perdió. Al final, sólo cumplió 30%  de la meta del programa.

En síntesis: en toda la ciudad hay decenas colonias en las mismas condiciones que la Mesa Colorada Poniente.

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Muchos codician un pedazo de tierra seca en la Mesa, donde se puede hallar un lote de 200 metros metros cuadrados con bardas y cimientos en 150 mil pesos, antes del regateo.

“¿Y a dónde nos vamos, pues?”, pregunta José “A Secas”, mientras se deshidrata bajo el sol tórrido, en el intento de excavar los cimientos de lo que será la casa del joven que lo acompaña. El joven y José han vivido en la Mesa toda su vida.

Acostumbrado a la resequedad, el muchacho hace el mismo recuento sobre el reuso del agua de las pipas que hace dos años escuché de su vecina, Alejandra Ramírez; una rutina envidiable para un activista ambiental. El día que toca baño, la familia del joven se mete en una tina, cuya agua sirve después para regar las plantas, enjuagar el retrete que va a una fosa séptica o limpiar los pisos.

Con la energía eléctrica es otra cosa porque no se puede almacenar en tinas. La que todos se roban de los postes más cercanos no alcanza a “levantar” una plancha, una lavadora, un refrigerador, se queja Alejandra Ramírez: “¿Usted cree que la queremos robada? ¿Cree que me gusta que la comida se me acede? ¿Cree que no me da miedo la oscuridad? Les hemos rogado: pónganos luz y cóbrenla. Nomás no”.

Alejandra participó en el mitin del 28 de mayo de 2008: “Fui y hasta aplaudí, pero mire: no nos cumplieron”.

Mítines idénticos, pero con distintos personajes prometiendo se sucedieron en 2010, antes de las elecciones para alcalde de Zapopan y gobernador de Jalisco, relata José “A Secas”. “Vinieron todos. Ganaron unos, perdieron otros, pero del agua y la electricidad no volvimos a saber”.

Esas son las razones por las que Antonio Ramírez, panadero, campesino y presidente de la Mesa Colorada Poniente desde hace un año se arrepiente tanto del último oficio: “¡Viera nomás qué carrilla me tiran!”.

Desde enero, dice, ha dado vueltas y vueltas al palacio municipal de Zapopan, para pedir los servicios. “La última vez nos dijeron que en abril o mayo iban a venir unas constructoras para atendernos. Ya estamos a finales de junio. ¿Dónde ve usted las constructoras? Yo me acuesto temprano porque me levanto a las cuatro de la mañana para hacer el virote. Por esta que no descanso desde que me eligieron presidente de la colonia. Veces ya estoy dormido y llegan a la casa ¿Que cuándo la luz, que cuándo el agua, que cuándo el drenaje? Otros no tienen agua, pero ya les están cobrando recargos. ¿Qué hago yo? Me quedo pensando que se robaron el dinero de ‘Todos con agua’”.

Antonio Ramírez mira la tierra roja, a sus pies. Está reventada y ardiente, porque no ha llovido. Los granos que sembró hace un par de semanas se hornearon antes de nacer, se lamenta. La parcela que ha cultivado desde hace 38 años está en la parte más alta de la mesa. Si uno la busca en el Google Maps, la puede ver. Y puede ver que la parcela está frente al fraccionamiento campestre Las Cañadas, que llegó después que la Mesa Colorada a la Zona Metropolitana, pero alcanzó servicios de lujo en el Génesis del progreso urbano. “Ya le digo —suspira Antonio—, dijeron que en cuanto agarraran el poder iban a venir”.

PARA SABER

''Todos con agua''

-En 2008 el Banco Interamericano de Desarrollo le dio un crédito de mil 200 millones de pesos al SIAPA, a través de Banobras, para el programa “Todos con agua”, que beneficiaría a casi medio millón de habitantes de 331 colonias, con servicios de agua y drenaje.

-En 2011, las entonces recién llegadas autoridades del SIAPA presentaron denuncias contra el ex director, Rodolfo Ocampo y otros ex funcionarios, por peculado, desvío de recursos y aprovechamiento indebido de funciones y facultades.

-El 14 de junio de 2013 el juez V de lo Penal dictó auto de formal prisión contra Ocampo. Los primeros resultados de la investigación (expediente 270/2013-C) presumen que es responsable del desvío de 280 millones de pesos del crédito, que habría invertido en la Bolsa Mexicana de Valores.

-El proceso penal continúa abierto. El plazo constitucional para dictar sentencia es de un año.

-El Código Penal de Jalisco dice que la pena por peculado es de dos a doce años de prisión. Por desvío y aprovechamiento indebido de facultades y funciones es de dos a nueve años.